Niños y animales: Los Perros (I)
Cuando introducimos en el seno de la familia a un animal, la primera complicación que suele surgir es pensar si existirá compatibilidad entre el niño y dicho animal. En el caso de animales domésticos habituales (un perro, un gato, un pájaro, un roedor) se suele sobreproteger al niño y minimizar a la mascota.
Quitando a las especies exóticas, de las que hablaremos en otra ocasión (como lagartos de gran tamaño, ardillas, cerdos vietnamitas, etc.), hoy nos vamos a centrar en las más populares por antonomasia, el mejor amigo del ser humano: los perros.
Para un niño, el trato que le demos al animal es de vital importancia para él reflejar su propio comportamiento. No es sólo la manera de introducirlo al hogar, sino dónde come, dónde duerme y de qué manera lo tratan los visitantes que vengan a nuestra casa.
El niño absorberá y verá todo eso. La diferencia de trato hacia el animal por parte de los adultos marcará al niño, y le hará pensar que el perro es un miembro más de la familia o, simplemente, un accesorio.
Cuando tenemos la idea de traer al animal a casa, debemos comunicárselo al niño, ver su reacción y saber si la idea le gusta, o desagrada. En la mayor parte de los casos, se espera una intensa emoción por parte del infante en referencia a la adopción de un animal.
Posiblemente, se muestre más emocionado que nosotrosSi no sabemos qué perro escogeremos, nos ayudaremos del niño para poder hacerlo. Le explicaremos nuestros propios gustos y, en base a ellos, dejaremos que haga la elección que él considere. Esto es importante, porque creará un vínculo entre el niño y el nuevo miembro de la familia.
La primera toma de contacto debe ser guiada por nosotros. Nuestros miedos se proyectarán hacia el chiquillo y hacia el perro, por lo que deberemos actuar con confianza y dejar que tanto una parte como otra se analicen. El perro olerá al niño y este tratará de acariciarlo. Reprender a uno y a otro es parte de nuestra labor. Si el niño llora o el perro gruñe, debemos aplicar las medidas a ambos lados.
Una vez presentados los dos miembros de la familia, llevaremos a los dos a nuestro hogar. Si poseemos una correa larga (es conveniente tener una en casa), pediremos al niño que sujete la correa por la mitad, y nosotros llevaremos el extremo contrario. De esa manera, le enseñamos a pasear al nuevo amigo. Nosotros deberemos utilizar la correa para limitar la velocidad de la mascota. Sin embargo, no debemos dar al niño la oportunidad de tirar demasiado, pues eso posicionará al niño por encima del perro en las escalas de poder dentro del seno familiar.
Si el perro lame al niño, es buena señal. Es su manera de ‘abrazar’
Detengámonos aquí, pues en esto consistirán las siguientes explicaciones: el niño nunca estará por encima del perro. Es cierto que nuestras discordancias y la sabiduría popular nos harán pensar que el niño debe someter al perro, y que este ocupa un lugar desplazado del núcleo familiar. Sin importar lo que nosotros pensemos, jamás deberemos transmitir esa idea al niño.
Si hay un problema de compatibilidad, buscaremos una solución aplicada a los dos. Si juegan y el perro le hace daño al niño (arañazos, mordiscos…) o al contrario (tirones de cola, empujones…), reprenderemos tanto a uno como a otro, y les enseñaremos maneras de jugar sin llegar a hacer daño.
Tengamos presente que un perro de edad media tiene una mentalidad equivalente a la de un niño de uno o dos años: entenderá las normas básicas, los juegos, cuándo se le permite descontrolarse jugando y hasta qué punto; especialmente, aprenderá que con el niño no debe sobrepasar cierto límite. Además, nuestro niño deberá socializar con él y, sobre todo, ayudarnos a educarle como ‘hermano mayor’ que es.
La premisa es que el niño sepa que el perro es un compañero, un amigo y alguien más dentro de la familia. Un niño cogería la mano de su hermano pequeño si salen a la calle, le ayudaría a ponerse la comida, le reprendería con autoridad y cariño si hiciera algo mal, y le daría las buenas noches antes de dormir. Con un perro, no debe ser diferente.
En el próximo artículo, hablaremos sobre las normas de conducta dentro de la casa y sobre cómo podemos lograr que perro y niño socialicen y confíen uno en el otro.
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