En Navidad el bebé también es lo primero
Estos son días de reuniones familiares, de ver a personas que hace mucho tiempo que no vemos, de disfrutar durante largas horas con los nuestros. Cuando hay un bebé en la familia, se convierte en el lógico centro de atención, pero no debemos olvidar que él es lo primero. Aunque lo hemos dicho otros años, no está de más que nos lo recordemos.
Para un bebé de menos de un año, todo lo que se salga de su rutina puede ser un motivo de incomodidad. Si visitamos a algún familiar, el niño puede extrañar todo, el ambiente, el ruido o el olor. Es conveniente encontrar un lugar tranquilo en el que pueda descansar y utilizar algo que le resulte conocido, su saco de dormir, un muñeco que tenga siempre cerca, e incluso la sábana de cuna. Por muchas ganas que tengas de compartir a tu bebé y la familia de que lo hagas, hay que estar pendiente de las señales que nos da. Si se muestra incómodo, es momento de alejarle del bullicio y de los besos y brazos «extraños», para relajarle.
Mantén sus horarios de comida y sueño todo lo que puedas. El bebé es lo primero, tendrán que ser los mayores los que adapten sus horarios de comida o cena a los del niño, no al revés. Vigila que el tío graciosillo de turno no le de nada que no pueda tomar, por ejemplo chocolate, que no deberían probarlo hasta los 18 meses. Ten en cuenta que si se pasa de cansancio, después le costará conciliar el sueño. Pero no sólo las visitas pueden incomodarle. Por mucha ilusión que nos haga enseñarle el ambiente navideño de la calle, debemos pensarlo bien. Las aglomeraciones le pueden estresar e incluso asustar.
Aunque ahora tengas mucha prisa, tienes años por delante para cansarte de cabalgatas, iluminaciones y muñequitos que se mueven. También lo tienes para que disfruten de verdad con la familia, en un par de años será él quien agote a los demás.
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