Mujeres y maternidad: más allá del rol de cuidadoras de los hijos
Asumir el rol de los cuidados no es una experiencia negativa. De hecho, la capacidad de cuidar a otro familiar es una demostración de amor, responsabilidad y coherencia. Sin embargo, la lucha por la igualdad real y plena entre hombres y mujeres también implica profundizar en estereotipos que todavía persisten en la sociedad. Algunos de esos estereotipos se hacen todavía más visibles en el ámbito familiar con la experiencia de la paternidad y la maternidad.
Cuando el cuidado de los hijos se convierte en una responsabilidad que parece implicar principalmente a ellas, se produce una desigualdad en el acceso a nuevas oportunidades profesionales, el crecimiento laboral y la participación en diferentes proyectos. Del mismo modo, cuando el rol de los padres no alcanza el mismo nivel de implicación en el ámbito de los cuidados, pero sí destaca por el éxito en el trabajo, también se rompe un equilibrio necesario en la balanza. La capacidad de cuidar conecta con la inteligencia emocional y social. A su vez, fomenta la introspección, la expresividad y la comunicación afectiva.
Los cuidados deben ser una responsabilidad compartida en la familia
Generalmente, la maternidad y el cuidado de los hijos enriquecen el presente de aquellas mujeres que decidieron formar una familia. Sin embargo, el papel de madre y cuidadora de los hijos no describe de forma holística el ser y la esencia de esa persona que, además, puede desarrollarse en otras facetas de su vida. El rol del cuidado también puede extenderse a otros seres queridos como, por ejemplo, los padres, que requieren de un mayor nivel de atención durante el proceso de envejecimiento. Una circunstancia que da lugar a una nueva realidad en la sociedad actual: muchas personas concilian en una misma etapa la exigencia de la crianza con el cuidado de los padres a partir de los 80 años.
El valor del cuidado es muy positivo. Aunque es difícil que una mujer que es madre pueda empezar cuidando de sí misma si se siente desbordada por la exigencia que le plantea la rutina diaria. Por otra parte, la implicación en los cuidados, en ocasiones, se completa con el peso que produce la sensación de renuncia en quien considera que se ha estancado en su vida laboral.
La labor de madres y padres cuidadores merece reconocimiento
Además, más allá de la importancia y la trascendencia que tiene la labor silenciosa de tantas personas que asumen el rol de cuidadoras en el ámbito familiar, es un papel que, con frecuencia, parece pasar desapercibido. Es una labor que, en ocasiones, no recibe el reconocimiento merecido ni siquiera en el entorno más cercano.
Más allá de la satisfacción y la felicidad que aporta el cuidado de los hijos, también puede producirse otra experiencia emocional en forma de soledad y desgaste cuando el papel se asume principalmente de manera individual (aunque el proyecto de familia se alinee con las expectativas de una pareja). Cuando no existe un buen grado de equilibrio en este ámbito, surge una asimetría en la relación.
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