La muerte súbita puede ser debida a una alteración en el cerebro del bebé
Han sido muchas las ocasiones en las que hemos hablado del síndrome de la muerte súbita del lactante. Hasta el momento las investigaciones iban encaminadas al entorno que rodea al bebé en los primeros meses de su nacimiento. De ahí que se vigilara, especialmente, la posición a la hora de dormir, el colecho o un ambiente cargado de humo que dificultara la respiración del bebé.
A fin de evitar y reducir este grave suceso, las matronas y pediatras nos aconsejan seguir unas pautas determinadas: acostar al bebé boca arriba, vestirlo con ropa calentita antes que abusar de las capas de ropa en la cuna, evitar que el niño entre en contacto con ambientes cargados de humo, así como evitar el colecho, sobre todo en el caso de madres fumadoras. Pero ahora, además, unas investigaciones en Estados Unidos ha determinado que, el síndrome de la muerte súbita del lactante, podría estar en su cerebro.
Es evidente que seguir las recomendaciones de los profesionales sanitarios ha reducido, considerablemente, el número de niños fallecidos por este problema. El simple gesto de acostar a lo niños boca arriba ha evitado casi la mitad de muertes aunque no se ha podido evitar que esa cifra quede reducida a cero. Si todos los padres han tenido especial cuidado en seguir estas sencillas normas ¿por qué no ha funcionado en todos los bebés por igual?
Según unos estudios realizados por los Institutos de Salud de Estados Unidos el problema puede estar en una alteración en el cerebro de los bebés. Se ha descubierto que estos niños que, aparentemente, nacen perfectamente sanos, fabrican bajos niveles de serotonina. Se trata de un neurotransmisor que se encuentra en varias regiones del sistema central y es la encargada de regular el ritmo cardiaco, el sueño y, también, la respiración.
Precisamente es en la alteración de la respiración donde se basa la clave de este repentino fallecimiento. Según han publicado los investigadores en «Jama», la revista de la Sociedad Médica Americana: «Cuando el bebé está boca abajo tiene más problemas para conseguir suficiente oxígeno. Si no tiene esa alteración cerebral giraría su cabeza o se despertaría para respirar mejor, pero un niño con una alteración tendría más problemas para hacerlo«. Ahora sólo queda conseguir el modo de descubrir a esos niños que poseen este tipo de alteración para así aminorar, todavía más, los riesgos de fallecimiento.
Vía | ABC
Imagen | Joe Sullivan
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