El movimiento antivacunas pone en riesgo a las futuras generaciones
Hace unas semanas nos advirtieron en el colegio de mi hija que había varios casos de una enfermedad que se previene con una vacuna. La mayoría de los padres supongo que se quedaron tranquilos porque habían inmunizado a sus hijos en su momento. Pero otros tenemos hijos menores y como yo, seguro que más de uno comprobó si el pequeñín estaba ya inmunizado. Nosotros le tuvimos que adelantar la segunda dosis para poder protegerle.
Lo he dicho muchas veces y no me cansaré, el movimiento antivacunas no solo pone en riesgo a sus hijos, también a los niños pequeños que no ha dado tiempo a vacunar, o a los casos excepcionales que no han podido recibir la vacuna. Son socialmente irresponsables, están consiguiendo que rebroten enfermedades casi extintas y lo peor de todo es que no tienen ninguna base científica en la que sostener sus teorías.
Todo surgió a raíz del estudio publicado por Wakefield que se ha demostrado un fraude destinado únicamente al propio enriquecimiento y vanagloria. Por mucho que se diga y se demuestre la falsedad parece que hay quien prefiere creer en la no probada conspiración de los laboratorios. Esto se suma a que las enfermedades que no se dan con frecuencia dejan de ser temibles. Pocos recuerdan ya que el sarampión puede ser mortal o dejar graves secuelas, que las paperas pueden causar infertilidad, o que la varicela puede derivar en una encefalitis. Y no solo en sus hijos, como digo también en ese bebé al que sus padres no han tenido tiempo de inmunizar.
Los pediatras reunidos en la IV Jornada de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría que se ha celebrado en Valencia, alertan contra la proliferación de papás antivacunación. El pediatra y secretario del Comité Asesor de vacunas, Francisco Álvarez explicó que, «Una mentira repetida no la convierte en verdad y sobre todo ese movimiento antivacuna no se sustenta en ningún dato científico«. El presidente de la Asociación Española de Pediatría, Serafín Málaga comentó que, «Si hubieran visto las consecuencias de la polio no serían antivacunas», además de afirmar que esta postura es muy poco solidaria con las generaciones futuras y el resto de la población ya que si se ha conseguido erradicar enfermedades es porque se vacunó a las generaciones predecesoras.
Los antivacunas se van a encontrar con un problema añadido, confían en la inmunidad de grupo pero son ellos mismos los que están haciéndola desaparecer. Veremos cuantos siguen en el movimiento cuando vuelvan a verse las consecuencias de enfermedades tan tremendas como la mencionada polio o la difteria. Lo peor, habrá que volver a empezar y habrá sido a costa de la salud de muchos bebés. ¿Cuánto hay que esperar para que en España la vacunación sea obligatoria?.
Vía | El País
Foto | Gobierno de Aguascalientes