Metáfora del niño interior: herramienta práctica para padres
Existen diferentes herramientas de autoconocimiento que madres y padres pueden utilizar en un momento clave en sus vidas. El niño interior es una valiosa metáfora que potencia la introspección de cualquier adulto.
Pero también puede aplicarse en la maternidad o la paternidad para conectar con esa parte de uno mismo que se siente vulnerable por experiencias vividas durante la niñez. Y, también, es esencial para abrazar la espontaneidad, la naturalidad, la alegría y la improvisación.
Qué es la metáfora del niño interior
El niño interior es una metáfora que se aplica en el campo del autoconocimiento. Con frecuencia, ese niño interior permanece en un segundo plano o parece oculto ante el ritmo de las obligaciones, la tendencia hacia la ocupación constante o el estrés. Sin embargo, esa parte de uno mismo siempre está allí. Y puede aflorar en cualquier instante a través de una emoción o un recuerdo.
Es importante que una madre o un padre eduque a su hijo desde la libertad interior y el amor incondicional. Para ello, necesita desprenderse de aquellas cadenas que todavía perduran en forma de miedos y sufrimientos que tienen su origen en vivencias de la infancia. Esa vivencias pueden haber derivado en creencias limitantes sobre uno mismo, el ser humano, la sociedad o la niñez.
La metáfora del niño interior potencia el autoconocimiento para sanar aquella parte de uno mismo que se siente frágil, indefensa y vulnerable. Aunque hayan pasado muchos años de los hechos que ocasionaron ese dolor, su huella todavía puede perdurar en el interior.
Para qué sirve la metáfora del niño interior
Antes de encontrarte en esta etapa de tu vida, inmerso en las responsabilidades profesionales y parentales, tú también fuiste un niño. Y experimentaste la realidad desde el punto de vista infantil. Tal vez en algún momento te sentiste herido. A lo mejor viviste situaciones en las que te sentiste vulnerable ante el rechazo, el apego inseguro, el qué dirán u otras experiencias que dejan huella.
La reflexión en torno a la metáfora del niño interior puede ayudarte a entender cómo algunas acciones y gestos que se viven durante los primeros años de vida, dejan un impacto mucho más significativo a largo plazo. Pero el presente y su distancia respecto del pasado también te brinda la mirada necesaria para contextualizar las vivencias de aquel momento, darles un sentido diferente y sanar las heridas.
Las heridas no sanadas pueden interferir en la crianza y educación de los hijos. Por ello, cuando tomes una decisión que te resulta compleja por algún motivo, puedes reflexionar sobre cuál es el lugar desde el que has adoptado una determinación concreta. ¿La posición en la que te sitúas ante ese hecho se enmarca en el pasado o en el presente?
Conviene señalar que el niño interior no solo puede sentirse frágil y herido como consecuencia de una experiencia traumática. La metáfora del niño interior te lleva a profundizar en tus propias vivencias con sinceridad, comprensión y respeto.
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