Matrescencia: características de esta etapa de la vida
La maternidad es una etapa que está marcada por un aprendizaje y que, con frecuencia, se distancia de las expectativas previas.
El proceso interior que experimenta quien inicia este nuevo capítulo está acompañado por un tiempo de transición. Este espacio temporal hace referencia al camino de autodescubrimiento de quien se percibe a sí misma desde otra perspectiva.
Crisis de identidad personal: un periodo de transición
Existen aspectos visibles del proceso de embarazo que ponen de manifiesto este estado de buena esperanza. Pero el proceso interior de quien vive esta experiencia es único y diferente. En este contexto, se produce una crisis de identidad personal. Aunque se trate de un escenario diferente al de la adolescencia, ambos capítulos se asemejan en esta cuestión. El tiempo de la maternidad no se mide desde la inmediatez, sino desde la evolución.
Todo pasa; las circunstancias son dinámicas y nada permanece. De este modo, una etapa queda atrás y comienza otra diferente. Sin embargo, ambas no se suceden a modo de causa y efecto sino que existe una transición gradual. Por tanto, la maternidad implica una transformación personal. El cambio que se produce en la vida de quien forma una familia va más allá de una nueva circunstancia.
Existe un proceso interior totalmente único que está acompañado por la búsqueda personal. Porque el nuevo rol de madre es solo una de las facetas que acompañan a la esencia de la persona. Y, sin embargo, esa faceta ocupa un espacio principal. La mirada al pasado, la nostalgia del ayer, también puede surgir en este contexto.
La melancolía es uno de los sentimientos que forma parte de un tiempo de transición en el que se ha producido un punto de inflexión tan marcado. Y aunque la persona haya visualizado la felicidad del nacimiento del bebé, la realidad es diferente a lo imaginado. Los matices de este proceso vital son mucho más complejos.
Cambios que se producen en este periodo
La integración de este nuevo rol influye de forma directa en todas las facetas del proyecto de vida. Por ejemplo, cambian los vínculos con los amigos. Antes tenías más flexibilidad para quedar y, ahora, el tiempo compartido en común se reduce significativamente. La relación de pareja se transforma. El proyecto de vida profesional puede estar alineado con otras expectativas que actualizan la motivación previa. Quizá sientas sobre ti el peso del perfeccionismo, al evaluar esta etapa desde el filtro de un ideal. A lo mejor te sientes vulnerable por recibir consejos constantes por parte de los demás. Estás en un proceso de búsqueda, pero no todos los que te rodean son conscientes de ello. Tampoco posees el espacio que tenías antes para cultivar la introspección.
Además, las necesidades del bebé son una prioridad mientras que las propias quedan en un segundo plano en algunos momentos. Por tanto, este tiempo de transición está acompañado por la vivencia de emociones y sentimientos contradictorios. Alegría y tristeza pueden manifestarse en un mismo escenario.
Conviene puntualizar que, al igual que la adolescencia, este es un periodo vital por el que pasan aquellas personas que se convierten en madres. Y, por tanto, conviene no confundir este concepto con los síntomas y efectos de la depresión postparto que, por el contrario, no afecta a todas ellas.
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