Mandatos familiares: ¿Cómo influyen en ti y en tu hijo?
Con frecuencia, cuando una persona desea formar su propia familia, adopta una perspectiva crítica con aquellas acciones y palabras que, desde su punto de vista, le han condicionado o limitado durante su crecimiento.
A este respecto, conviene hacer mención al impacto que producen los mandatos familiares. Algunos de ellos crean una huella positiva, cuando se presentan como una aspiración valiosa. Pero también pueden volverse una carga. Se alinean con el verbo debería. Y, cuando se dirigen a otro miembro de la familia o se interiorizan en primera persona, tienen el peso de un imperativo.
¿Qué son los mandatos familiares?
Principios, mensajes y creencias que se instalan en la historia familiar y se repiten a lo largo del tiempo. Es decir, su valor pasa de generación en generación para hacer referencia a aquello que, en ese contexto, se percibe como cierto, bueno, positivo o valioso. Si analizas tu propia experiencia vital, es posible que puedas identificar numerosos ejemplos de mandatos que has interiorizado (o que has dejado atrás por considerar que no te ayudan realmente en tu desarrollo personal).
La huella de un mandato familiar es tan notable que puede transmitirse incluso más allá de las palabras. También se percibe en los silencios, los comportamientos y las actitudes. En definitiva, una familia se identiifca con unos rasgos concretos y se reafirma en su significado a través de decisiones que dan forma a los mandatos seleccionados.
¿Cómo influyen en ti los mandatos familiares?
Los mandatos familiares no tienen de forma absoluta una perspectiva positiva o negativa. Es necesario profundizar en su realidad para tomar conciencia de su impacto concreto a nivel individual. Por ejemplo, un mandato es positivo cuando te aporta seguridad, bienestar y resiliencia. Por el contrario, el seguimiento de un mensaje concreto puede convertirse en una carga si el cumplimiento de ese criterio se afianza, únicamente, desde el miedo a no cumplir las expectativas de los demás, el temor al rechazo o cualquier otro aspecto que limita la libertad y la capacidad de decisión individual.
Y, cuando una persona se convierte en padre o en madre, puede tomar una mayor conciencia de los mandatos familiares, positivos o negativos, que le acompañan. Sencillamente, porque a partir de ese instante también puede transmitir esa información al bebé.
Los mandatos familiares y el peso de las expectativas
Conviene tener en cuenta que la historia vital que puede llegar a protagonizar un ser humano desde su nacimiento es totalmente única. Sin embargo, el peso de las expectativa suele ser muy visible, incluso, en el embarazo. Así lo muestran las expectativas de futuro en torno a aquello que debería hacer, las metas que tiene que alcanzar, el estilo de vida que debe asumir o cualquier otra cuestión que esté en sintonía con los mandatos a los que hacemos referencia en el artículo.
Por ejemplo, aunque la educación, el estudio y la preparación son positivos para el desarrollo y evolución de un ser humano, eso no quiere decir que la formación universitaria sea la única alternativa a tener en cuenta en la búsqueda activa de empleo. Sin embargo, existen muchos mandatos familiares que giran en torno a esta cuestión.
En la vida no hay un único camino. Las direcciones pueden ser variadas y alternativas. Aunque una persona se identifique con unos mandatos que ha interiorizado durante su infancia, conviene recordar que la realidad puede redescubrirse desde otros ángulos.
Y ese instante en el que te conviertes en padre o madre, te ofrece la oportunidad de redescubrir la vida, la felicidad, la familia, la educación y la crianza.
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