Con la llegada de otro hijo, el amor se multiplica no se divide
Cuando tienes un hijo, no hay madre en el mundo que no experimente una especie de enamoramiento hacia su pequeño. Hay madres que lo hacen en el preciso instante en el que le ven la cabecita; otras que desde el momento en el que lo empiezan a sentir en su barriga; y hay quien tarda más tiempo pero al final cae en esa red a los pocos meses de vida de su retoño.
Sea como fuere, es un instinto natural del ser humano perder un poquito la cabeza por tus pequeños. Aunque, como dice una amiga, al principio bebé y mamá tienen que presentarse y empezar a conocerse. Esto suele ocurrir con tu primer hijo, pero cuando estás esperando al segundo las cosas pueden ser iguales o diferentes y por la cabeza te pasan infinidad de cosas teniendo en cuenta tu primer bebé. Una de ellas es si le vas a querer igual, más o menos que al mayor.
Por supuesto esto no le ocurre a todas las personas ni muchos menos de la misma manera, pero son preguntar que suelen revolotear por la cabeza de las mamás que, muchas veces no tienen mucho fundamento, pero que ahí están. Y creo que es bueno hacerse estas preguntas porque lo más interesante viene dado de la mano de las respuestas a las que llegues.
En mi segundo embarazo yo sí que tuve esas dudas porque quería tanto a mi primer hijo que me parecía imposible poder querer igual al segundo sin que mermara el primer amor o sin que le segundo llegara a ser tan intenso. Y sobre todo se me venían a la cabeza ejemplos muy cercanos de casos en los que los padres habían hecho unas distinciones bastante flagrantes entre sus hijos y no quería caer en eso.
Personalmente creo que no se puede querer a un hijo como se quiere a otro. Que la frase «os quiero a los dos igual» sirve para salir del paso, pero que no refleja una realidad. Y es que cuando llega el segundo, nada es igual que cuando llega el primero. Ni las circunstancias son iguales, ni los momentos, ni las personas, ni tus sentimientos… Nada en general. Por ese motivo tampoco puedes querer a alguien del mismo modo que quieres a otra persona, sea un hijo o no.
Le quieres de otra manera, quizá con la misma intensidad o más. Pero lo que, sin duda, es cierto es que ese nuevo amor no le resta un ápice al primero. Y que no por ello el nuevo amor ha de verse mermado o ser menor. Es, simplemente, diferente aunque igual de verdadero. Por tanto el amor no se divide entre el número de hijos que tengas, sino que se multiplica y se hace más y más fuerte y mucho menos egoísta. Otro tema es organizarse con dos pequeños.
Foto | crowdive en Flickr
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