Los límites ante los castigos infantiles
El castigo es una de las medidas que seguimos utilizando los padres para intentar educar a nuestros hijos de una forma efectiva. Afortunadamente las formas han cambiado y ya hay ciertos aspectos que no se practican, incluso están penalizados por la protección al menor. La violencia sólo genera violencia, por eso debemos ser más cuidadosos e inteligentes a la hora de imponer una sanción a nuestro pequeño, al que, al mismo tiempo, debemos educar para que comprenda ciertas normas y límites que son fundamentales en la convivencia.
Pero también es cierto que, más allá de la violencia física, también existe otro tipo de violencia que es la psicológica y que tanto daño puede hacer en el crecimiento emotivo de nuestro bebé. Por eso debemos contemplar ciertos aspectos para evitarlos y no utilizarlos nunca.
Quitarle la comida es uno de los castigos más generalizados sin darnos cuenta que caemos en un grave error. Comer es vital para el ser humano y el tener hambre nos vuelve agresivos y hostiles. Mejor quítale algo más superfluo como las golosinas o el postre de chocolate.
No le niegues el cariño nunca. Es fácil decirle «si te portas mal no te voy a querer», estas palabras calan hondo en el niño e irá creciendo lleno de inseguridades y con la sensación de no merecer que se le ame.
Nada de chantajes afectivos. Como en el caso anterior, es sencillo decir aquello de «¡Cuánto me haces sufrir!» o «No me quieres», estos mensajes empujan al niño a crecer con un arraigado sentimiento de culpa, un lastre que será difícil de soltar.
No le hagas sentir que es malo. Es importante separar la reacción o el hecho concreto en el que se merece una regañina, a su comportamiento y su forma de ser en general. Hay que hacerle comprender que eso que ha hecho en este momento no está bien y por ello se merece un castigo, pero nunca ahondando en que es un niño malo-malísimo y que todo lo que hace está fatal.
Vía | Mi bebé y yo
Foto | República
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