Al jugar con los bebés les transmitimos roles de comportamiento femenino o masculino
Por mucho que intentemos dar una educación igualitaria a niños y niñas, los padres somos hombres o mujeres con las características propias de nuestro género. Al jugar con los bebés o cuidar de ellos, transmitimos de forma inconsciente ese comportamiento que los pequeños recogen para diferenciar lo femenino de lo masculino.
Esta es la conclusión de un estudio realizado por el equipo de Eric W. Lindsey del Departamento de Psicología Aplicada del Penn State Berks. Para realizar la investigación se seleccionaron 80 familias, con 39 niñas y 41 niños de 15 a 18 meses. Se realizaron sesiones de 10 minutos en que los padres alimentaban a sus hijos y otras de 15 minutos en que jugaban con ellos. Se hicieron comparaciones con todas las combinaciones posibles, padre-hijo, padre-hija, madre-hijo, madre-hija.
No se observaron diferencias significativas de género en el comportamiento de los pequeños en cualquier circunstancia. Durante las comidas los bebés asumían que el control lo tenían los padres. Ambos progenitores se comportaban en esta situación de manera muy similar entre ellos y respecto a niños y niñas. Sin embargo no ocurría lo mismo al jugar. En esta circunstancia la relación era más igualitaria con el bebé quuien interactuaba más.
Durante el juego salen a relucir las características propias del género en los padres. Las madres se mostraban más colaboradoras y serviciales y los padres más asertivos. Las diferentes conductas las aceptarían los niños como propias de género y las repetirían más tarde en sus comportamientos según su sexo. Se comprobó otra diferencia, esta vez entre los niños y las niñas. Cuando se les daba un juguete predeterminado para jugar, muñecas o juegos que reproducen situaciones domésticas, ambos se comportaban de manera muy similar. Sin embargo, al dejarles escoger sus propios juguetes, la forma de juego variaba mucho entre niños y niñas.
Los autores explicaron que «Parece que los niños de la misma familia tienen diferentes experiencias al jugar con sus madres y padres. Tales diferencias podrían enseñar a los niños lecciones indirectas sobre los roles de género y reforzar los patrones de conducta por género que luego llevan a contextos fuera de la familia».
Vía | University of Virginia
Foto | Flickr-t0msk
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