Jugar al aire libre en la infancia: correr, saltar y caminar

Actualmente, especialmente en las grandes ciudades, el tiempo de ocio de los niños gira principalmente en torno a los espacios interiores. Sin embargo, la naturaleza humana no está hecha para el reposo constante o la falta de actividad. El movimiento es un reflejo del propio vivir.
Sin embargo, mientras que los juegos tradicionales al aire libre han ido perdiendo el peso que tuvieron en generaciones anteriores, y el ocio adquiere una perspectiva más individualista, más allá de las tendencias propias de cada tiempo, jugar al aire libre es una necesidad.

Saltar, correr y caminar: el movimiento es clave en la infancia
Y es que, es un alimento que no solo proporciona entretenimiento o bienestar, sino que la naturaleza de los juegos y actividades al aire libre nos traslada a una imagen de la infancia en movimiento a través de gestos tan sencillos como correr, saltar o caminar para explorar el entorno. Acciones que se reducen cuando el ocio se desarrolla principalmente en espacios interiores.
Los niños ya pasan mucho tiempo sentados durante su jornada escolar. Por ello, el movimiento, el contacto con la naturaleza y la interacción con los espacios abiertos es una rutina totalmente necesaria. La naturaleza y los espacios abiertos proporcionan estímulos que fomentan la creatividad y la experimentación de los sentidos. Por ello, cuando se reducen los juegos al aire libre, hasta el punto de que se convierten en una forma de entretenimiento ocasional, se pierde un espacio que es inherente a la propia naturaleza del niño.
Correr y saltar: mucho más que un juego de niños (es una necesidad)
Los juegos al aire libre enmarcan numerosas acciones y actividades que no están perfectamente estructuradas en torno a normas y pasos concretos. El contacto con los espacios abiertos, como base para la experimentación, da paso a ese movimiento que se materializa en verbos concretos como saltar, correr y caminar. Sin embargo, aunque esa imagen sea tan reconocible a nivel visual, la realidad es que ya no es tan frecuente en la sociedad actual. Y no solo en grandes ciudades, puesto que, más allá del entorno, el estilo de vida ha cambiado con la tecnología.
Existen juegos específicos que giran en torno a carreras y saltos. Sin embargo, correr y saltar son experiencias que pueden enmarcarse más allá de cualquier juego estructurado. Son acciones que reflejan el movimiento, el dinamismo, la energía, la actividad, la espontaneidad y la interacción con el entorno. Experiencias que, por su propia naturaleza, no se adaptan del mismo modo a las características y condiciones de los espacios interiores, más vinculados con la calma, el orden y el silencio. Es importante propiciar este tipo de experiencia no solo en verano, sino durante todo el año.
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