Higiene de manos
Lavarse las manos es un hábito muy sencillo y fundamental, previene un montón de enfermedades e infecciones. De ahí la importancia de inculcárselo desde chiquitos.
Ellos, de hecho, ya hace tiempo que meten las manos bajo del chorro de agua solos. Aunque hasta los tres años nos se las lavan tan a conciencia como marcan los límites de seguridad higiénica. El aprendizaje de esta tarea tiene varios niveles: hasta los tres años juega con el agua (pero se van quedando con los momentos y la forma de hacerlo), hacia los cuatro ya se las lavaran bien con una supervisión y recuerdo de un adulto y luego lo harán sin la necesidad de supervisión ni recordatorio. Algunos consejos para seguir son:
Hay que involucrarse. Para que se lo tome en serio, podemos proponerle que lave uno de sus juguetes. Y, de vez en cuando (sobre todo cuando está muy sucio), mostrarle todos los recovecos de las manos de los que aun no es consciente. ‘¿Te lavaste todos los deditos?’, le podemos preguntar mientras limpiamos cada uno de ellos.
Estableceremos con claridad los momentos en que hay que hacerlo: antes de comer, después de comer, después de ir al baño y jugar.
Repetición y acompañamiento, seremos constantes y lo repetiremos cada día, cada vez, lavándonos las manos con ellos. Ten presente que aprenden más por imitación que con cualquier discurso sobre higiene. Cuando es pequeño lo tendremos que ayudar a secarse las manos.
Le facilitaremos la tarea, por ejemplo, con un banquito para que llegue al lavado y poniendo una toalla a su alcance.
Lo convertiremos en un momento agradable y una experiencia físicamente placentera. Por ejemplo, usaremos un jabón de buen olor y alabaremos después lo limpias y suaves que han quedado sus manos y lo bien que huelen.
Fuente | Saber Vivir