Hermanos celosos, niños rivales

Hermanos celosos, niños rivales

Escrito por: Sacra    20 febrero 2009    2 minutos

En cuanto tu bebé primogénito se dé cuenta que ya está en camino un hermanito o hermanita, empezará una batalla emotiva que tendrás que aprender a sobrellevar del mejor modo posible. Los psicólogos consideran que los celos entre hermanos son totalmente normales. Hay que ponerse a su altura emocional y saber que ahora va a llegar un extraño o extraña que le robará la atención y cariño de sus padres.

La magnitud de esa rivalidad depende de muchos factores. La diferencia de edad entre ellos es importante. Los celos suelen ser mayores cuando la diferencia de edades se sitúa entre los 18 meses y los dos años y es mínima cuando dicha diferencia es mucho mayor o mucho menor. Si el primogénito es muy pequeño cuando nace el segundo bebé, apenas nota su llegada pues anda absorto en sí mismo. Si tiene varios años más, tampoco supondrá una amenaza ya que sus relaciones afectivas están más asentadas.

Si estás embarazada de tu segundo hijo cuando el mayor apenas camina, es importante que le expliques todo el proceso de un modo que él pueda entenderlo. Hacerle partícipe de los cambios y responder a todas sus dudas. Del mismo modo que, cuando nazca, debemos permitirle que le toque suavemente, de esa manera sentirá que participa en la llegada del bebé.

Nuestra actitud, a la hora de resolver estos conflictos entre hermanos, va a ser crucial para que ambos tengan una infancia llena de acercamiento y armonía entre ellos. Son pequeños gestos cotidianos que harán que sus celos se aminoren e, incluso, desaparezcan. Es importante animarlos a que colaboren entre ellos. Jugar juntos es una tarea que puede resultarles placentera si, además, les elogias por compartir esos momentos. Hay que evitar las comparaciones entre los hermanos y, en lugar de enfadarnos por sus constantes trifulcas, les haremos reflexionar y hablar de sus diferencias. ¿Alguien dijo que ser padres fuera fácil?… con una buena dosis de amor y paciencia no hay nada que no pueda arreglarse.

Fuente I «Bebé Genial» del Dr. Richard C. Woolfson (Círculo de Lectores, 2001)

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