Si la guardería inmuniza porque enferman los padres
Hace un par de semanas tuvimos un catarro familiar de los grandes. Primero enfermó la niña, 5 años, después el peque, 18 meses y por último los adultos de casa, con un día de distancia entre cada uno. El origen seguramente fue el cole de la niña. Mientras mi chiquitín y yo nos mimábamos mutuamente y pasábamos los peores días del catarro, pensé que su hermana le estaba dando la inmunidad de la que tanto hablan los defensores de las guarderías.
Pero, me di cuenta que yo, aunque no entré en el cole hasta los 3 años, he vivido suficiente para estar protegida contra esos primeros resfriados, y sin embargo ahí estaba con tos, dolor de cabeza, mocos y el cuerpo al revés. No somos los primeros ni los únicos padres que nos contagiamos de los virus que traen los niños del cole, lo que desmonta la teoría de la inmunidad.
Como he dicho otras veces, me parece lógico que existan las guarderías, e incluso creo que son beneficiosas para algunos niños. No tengo nada en contra de ellas, pero sí de que las quieran promocionar como algo necesario para el desarrollo de los menores de tres años. Son, para la mayoría de los bebés, un lugar seguro en el que estar mientras sus padres no pueden cuidarles, un sustituto, nada más.
Leo en Evidencias de Pediatría un artículo que confirma lo que pienso. Desde el punto de vista de la salud, «la guardería se asocia a un aumento significativo del riesgo de enfermedad infecciosa aguda en la infancia. No está claro el papel de la escolarización precoz sobre la prevención de asma y otras enfermedades de potencial base inmunitaria, ni que sea ventajoso exponer a los niños a una mayor incidencia de infecciones en la primera infancia frente a hacerlo en edades posteriores».
Pues si les enferma más y no está claro que eso sea una ventaja, para mí el argumento de la salud para defender la guardería, está rebatido.
Foto | Flickr-Karina Ibarra