Gratitud: cómo enseñar a dar las gracias a niños y adolescentes

La gratitud es un hábito muy constructivo puesto que tiene un impacto favorable en el estado de ánimo. Sin embargo, la gratitud también es un aprendizaje que, más allá de la edad, conviene cultivar de forma frecuente. ¿Pero cómo transmitir el valor de la gratitud y la importancia de dar las gracias a niños y adolescentes en un tiempo de abundancia y bienestar material? Compartimos 6 ideas para padres y madres.
1. El ejemplo y la actitud en tu día a día son lo más importante
¿El ejemplo que transmites a tu hijo en el día a día está más condicionado por la queja o por la gratitud? ¿Tu forma de afrontar la rutina es un reflejo de una actitud optimista y esperanzada o la banda sonora de cada jornada tiene un toque gris y negativo? La gratitud no nace únicamente en un entorno amable, marcado por acontecimientos alegres. Como hemos comentado, la gratitud es un aprendizaje. Si quieres inculcar en tu hijo este valor, reflexiona sobre tu propio comportamiento.
2. Establece límites: aprende a decir no
La gratitud también surge con más facilidad en un entorno en el que las cosas materiales tienen un valor. Cuando la abundancia y la comodidad se confunden con la ausencia de límites, la gratitud también se desdibuja a partir de un deseo que es caprichoso (siempre quiere más).
3. Invitar en el momento adecuado a dar las gracias
La educación requiere de un acompañamiento. Es decir, como padre o madre puedes estar presente en diferentes situaciones en las que te gustaría que tu hijo tome conciencia del valor que tiene una respuesta agradecida. En ese tipo de situaciones, también puedes propiciar ese gesto si tu hijo no da las gracias por iniciativa propia.
4. Voluntariado y solidaridad: es esencial conocer otras realidades
Ayuda a tu hijo a conocer la realidad más allá de su situación habitual, entorno de referencia y circunstancias cercanas. Existen otras variables que van más allá del propio hogar y, sin embargo, afectan a otros niños y familias. El voluntariado y la solidaridad, a través de la participación y la implicación, transmiten ese mensaje.
5. Rutinas de gratitud
La gratitud también puede integrarse a través de pequeñas rutinas que forman parte de la vida familiar. Es decir, para transformar la gratitud en una rutina, es esencial que esta tenga un momento, un espacio y un lugar. La creación de un tarro de gratitud, que contiene diferentes mensajes escritos por distintos miembros de la familia, es una propuesta actual. Pero la gratitud también puede integrarse como un valor en el momento de la cena, por ejemplo.
6. Da las gracias a tu hijo
La práctica de la gratitud en un vínculo afectivo es bidireccional. Es decir, tú también puedes dar las gracias a tu hijo en diferentes momentos por su implicación, ayuda, colaboración o presencia en tu vida. Verbaliza la gratitud con generosidad y libertad. No des por hecho que tu hijo ya conoce el amor que sientes por él.
¿Cómo enseñar a dar las gracias a niños y adolescentes? La gratitud puede formar parte de la vida familiar de formas variadas y diversas.
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