Garabato sin control o desordenado: una forma de comunicación
Existe un momento muy importante en la vida de un niño: aquel instante en el que expresa su primera palabra. Un momento que tiene un valor emocional muy especial para sus padres. Pero este punto de inflexión en el ámbito de la comunicación no solo se contextualiza en el lenguaje verbal, sino también en el plano de la expresión gráfica.
Un ejemplo de instante significativo es aquel en el que el niño empieza a plasmar sobre el papel aquellos primeros trazos que componen garabatos que no describen una realidad de manera intencional.
Así como las fotografías muestran la transformación del niño en su crecimiento, una secuencia de garabatos realizados por el bebé a lo largo del tiempo también permite observar la evolución en el trazo. Existen diferentes etapas y en este artículo en Uno más en la Familia analizamos aquella que se contextualiza a nivel inicial: el garabato desordenado.
Trazos desordenados
Los trazos realizados en este momento sobre la superficie del papel son el resultado de la improvisación de cada instante, una improvisación que no conduce a un objetivo específico. Esta es una etapa de experimentación en donde el trazo no representa una imagen que el niño ha observado en la realidad, no surge esta conexión entre la creación en sí misma y el paisaje al que remite.
El garabateo es la expresión de un movimiento. La práctica del garabateo es importante para el niño en sí misma, ya que le permite desarrollar nuevas habilidades. Esta etapa comienza cuando el niño tiene entre 18 meses y dos años aproximadamente.
Los garabatos realizados presentan trazos de mayor o menor largura, sin una relación entre sí, el propio ejercicio de crear estas líneas aporta entretenimiento al niño. En esta etapa todavía existe una ausencia de forma en el ejercicio que ha elaborado, se encuentra en un tiempo anterior al momento del garabateo en el que las líneas comienzan a tener una dirección y una intencionalidad en el dibujo. El niño no solo experimenta con el movimiento sobre el papel, sino también en la forma de sostener el lápiz. Cuando se encuentra en esta etapa no tiene una visión precisa del espacio ya que también superpone algunas de las líneas sobre otras ya realizadas previamente.
Libertad de movimiento
A través del garabateo, el niño experimenta en el espacio del folio o de la superficie utilizada para realizar estas líneas sin intención. Es decir, deja su propia huella como forma de comunicación que en una etapa inicial de este proceso de garabateo muestra un trazo impreciso tanto en la línea recta como curva. El garabato desordenado es, por tanto, una expresión de improvisación y espontaneidad en el presente del aquí y el ahora en donde la propia línea adquiere más protagonismo que el color empleado.
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