Falsos mitos en la alimentación infantil
El conocimiento popular está lleno de grandes aciertos pero, también, de algún que otro error. En la mayoría de ámbitos que conciernen a la crianza se suelen crear leyendas que, a veces por exceso de confianza y otras por pura inercia, seguimos a «pies juntilla» concediéndoles una verdad absoluta que no siempre es así. En una de las tareas que más suele suceder es en la de la alimentación. Aquí os dejamos algunos ejemplos.
- Las espinacas tienen mucho hierro. Es cierto que contienen este mineral, que además es un producto sano y que hay que introducir en la dieta de nuestro bebé, pero quizás debido a la influencia de ‘Popeye’ esta verdura es de las que tienen más fama que cantidad de hierro. En realidad su cantidad es mínima y es muy difícil de absorber por el organismo. Y es que, si tu niño necesita hierro, mejor hay que buscarlo en los alimentos de origen animal que los absorbe mejor el organismo. Los mejores son: huevos, carne, sardinas o marisco.
- La leche de vaca aumenta los mocos. Es una creencia que apoyan algunas medicinas alternativas pero que, en realidad no tiene ninguna base científica. A no ser que sea alergico o tenga intolerancia a la proteína láctea, no es necesario sustituirla por el simple hecho de que esté resfriado.
- Los huevos, siempre que los quiera. En el equilibrio está la justa medida. A partir de los nueve meses ya podemos ir introduciendo, paulatinamente, el huevo en la dieta del bebé. Es un alimento estupendo y que contiene muchas proteínas pero, como máximo, deben comer de dos a tres huevos a la semana.Eso sí, siempre que constatemos que no padece alergía a este alimento.
- No darle legumbres porque le producen gases. Es cierto que son flatulentas pero contienen nutrientes básicos para la alimentación de nuestro bebé. Lo mejor para evitar esos molestos gases es dárselas en puré o introducir en el caldo de la cocción un comino o laurel o hinojo.
- Zumo de naranja para evitar los resfriados. Está claro que la naranja aporta mucha vitamina C, necesaria para nuestro organismo, pero no existe una clara vinculación entre esta vitamina y el virus que provoca los catarros. Lo importante es que nuestro niño esté bien alimentado, de forma variada y equilibrada, para que su cuerpo esté preparado ante cualquier invasión vírica.
Vía | Crecer Feliz