Ética del cuidado: clave para los niños en escuelas y familias

Es probable que los adultos hayamos interiorizado valores y principios específicos de un estilo de vida individualista centrado en el yo. Un enfoque que tiende a ser egoísta y que, sin embargo, es el reflejo de una forma de entender la vida. Pues bien, frente a una forma de pensar individualista, destacan otras miradas que ponen el acento en el bienestar colectivo a través del respeto, la colaboración y la protección: la ética del cuidado implica una enorme responsabilidad en la manera de educar a las nuevas generaciones.

Y es que, el cuidado de las personas a largo plazo, además de ser una necesidad, debería ser una prioridad: la ética del cuidado muestra una visión positiva de la fragilidad o la vulnerabilidad que existe en cada persona.

El cuidado no es una responsabilidad exclusiva de las madres

A su vez, también refleja el potencial interno de quien puede convertirse en un apoyo, una luz y una esperanza para los demás. A pesar de que el cuidado sea tan vital para el ser humano, es una labor que durante mucho tiempo han desempeñado de una forma más persistente las mujeres. Y es que, el rol de la mujer y su papel como cuidadora se ejemplifica en su modo de actuar como madre, hija, amiga… Pues bien, más allá de la perspectiva individualista del cuidado que se centra principalmente en uno mismo, este cambio de perspectiva nos traslada hacia el horizonte de la colaboración, la empatía, el apoyo y el trabajo en equipo que está tan presente en tantas redes de ayuda mutua.

Aquello que le sucede al otro no debería ser entendido desde la indiferencia, la distancia absoluta o la falta de sensibilidad. El otro puede convertirse en un espejo de la humanidad que reside en uno mismo. Por ello, la disposición para cuidar y ayudar es una responsabilidad que educa a los niños y guía a la sociedad hacia el bien común. El cuidado se hace visible en la familia en numerosas ocasiones como, por ejemplo, cuando existe una situación de dependencia, cuando los abuelos se hacen mayores o cuando un nuevo bebé llega al hogar.

El cuidado va más allá de la familia: es un valor esencial en la escuela

Pero el cuidado también tiene una gran relevancia en el ámbito educativo como medio para crear un clima de estabilidad y seguridad en el plano emocional. Es decir, una atmósfera que fortalece la convivencia y previene cualquier tipo de acoso. El cuidado es una expresión de amor, protección y amabilidad que se mueve en distintas direcciones. Por ejemplo, repercute en uno mismo a través de la atención recibida por otras personas del entorno. Pero el ser humano también puede cuidar a quienes le rodean. Por ello, el cuidado, integrado desde una perspectiva ética en la existencia, transmite un legado esencial a niños y niñas en las escuelas y en la familias.

Y es que, más allá de entender una situación o la realidad humana desde un enfoque excesivamente individualista, la ética del cuidado refleja la interconexión que existe entre las personas en múltiples escenarios y situaciones.

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