Embarazo, semana 36
Puedes ponerte de parto en cualquier momento en estas seis últimas semanas. Tu bebé está listo y tú deseando y temiendo que llegue el momento. Si aún no te la han hecho, te queda una prueba, la que sirve para detectar los estreptococos del grupo B. Consiste en un exudado vaginal y anal. El ginecólogo toma una muestra de la flora de la vagina y el ano con un bastoncillo. No te preocupes que dura un segundo y no molesta nada. Si saliera positiva te recetarían antibióticos para evitar que la infección pase al bebé en el momento del parto.
Tu bebé está colocado para el nacimiento. Sino fuera así el médico podría intentar una maniobra para girarlo, la versión cefálica externa (VCE). Si no se puede y el bebé no lo hace por si mismo, lo más probable es que nazca por cesárea y que el médico te hable de programarla.
La unión entre el útero y su cuello, el segmento, comienza a dilatarse a medida que el bebé se coloca y baja. Esto puede causarte algunas molestias, como pinchazos. Aunque puedes estar muy irritable por las hormonas, la ansiedad y la incomodidad, a partir de ahora se puede suavizar tu humor. Si el niño ha descendido lo suficiente, cesará el ardor de estómago y tendrás más hambre. Tendrías que ingerir unas 2.400 calorías diarias, procura no pasarte ni quedarte con hambre.
El bebé ya tienes los pulmones practicamente maduros. Bajo su rosadita piel sigue acumulandose grasa, esta semana en rodillas y codos. Sus muñecas y el cuello tienen los pliegues típicos de los bebés. Su carita tiene unos grandes mofletes, en parte por la grasa pero sobre todo por el desarrollo de los músculos para succionar.
El feto se mueve mucho menos, pero tienes que notarle. Si notas que el movimiento para del todo o no consigues que se mueva en un plazo razonable, llama a tu médico. Un truco para que se mueva es tomar un poco de azúcar.
En este momento el peso y la talla del niño varía mucho de unos a otros. Medirá unos 50 centímetros y pesará cerca de los 3.000 gramos.
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Imagen | Baby center