La educación es la única forma de dar libertad al niño
Leo y escucho a muchos padres que defienden que el niño debe ser libre para escoger su vida, desde su ropa, la comida, la hora de acostarse o la educación que recibe. Aunque no estoy de acuerdo porque tengo el absoluto convencimiento de que los límites son necesarios y beneficiosos para el desarrollo del niño, me gusta intentar entender y conocer el resto de posturas, lo que sumado a un pertinaz insomnio, hace que de muchas vueltas a las cosas. La única conclusión a la que llego es que la libertad de la que presumen algunos es una mera utopía.
Los niños están totalmente condicionados por su cultura, su entorno y sus padres. Hasta la adolescencia, ni el niño más libre cuestionará a sus padres, es algo biológico. Pero sobretodo es porque no tiene la capacidad de hacerlo. Aunque pensemos que le estamos proporcionando las herramientas para pensar por sí mismo, nuestra actitud ante la vida está determinada por un pensamiento político, religioso, etc. El niño observa, escucha y ve actitudes que asimila de forma más o menos consciente y que se corresponden con las creencias de sus padres, aunque estos no las verbalicen.
Desde mi punto de vista la objetividad en la educación de un hijo es imposible. Y, la única posibilidad que tenemos de acercarles a la libertad es la cultura. Es decir, facilitarles conocimientos para que en un futuro, desarrollen su pensamiento crítico, de la manera más imparcial posible, que nunca lo será. Si de verdad queremos que nuestro hijo decida si ser o no vegetariano, por poner un ejemplo, habrá que dotarle de conocimientos sobre los dos puntos de vista. Pero, generalmente, y por seguir con el ejemplo, el padre vegetariano lo es porque tiene unos valores que le impiden tomar otros alimentos. Es prácticamente imposible que prescinda de sus creencias a la hora de educar a su hijo, para mostrarle la otra postura, la de los carnívoros, sin condicionantes.
Cuando un padre dice que será su hijo el que elija si se bautiza o no, está soñando, a no ser que le facilite el conocimiento de las distintas religiones y le deje elegir verdaderamente. No hay nadie apolítico, puesto que todos tenemos opinión. Aunque en casa no se hable del tema y no lancemos improperios contra un personaje al ver las noticias, el niño está asimilando nuestra forma de vivir y relacionarnos con los demás.
Me encantaría que llegado el momento, mis hijos me cuestionen, no como hacen o hemos hecho la mayoría de adolescentes, por llevar la contraria, sino porque verdaderamente tengan argumentos y conocimientos para poder plantearse su vida. Lo que no se es como hacerlo, porque soy consciente de que les estoy transmitiendo mi escala de valores, entre otras cosas porque tras un largo camino, me parece la mejor.
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