A los dos años el desarrollo es muy dispar
No nos cansaremos de recordar que cada bebé tiene un ritmo de desarrollo propio y que no significa nada respecto a sus capacidades intelectuales. Tan absurdo es presumir de lo adelantado que va como preocuparse porque va más lento. Eso si, siempre dentro de unos márgenes que definen la normalidad. Fuera de ellos, tanto por arriba como por abajo podría ser necesaria la atención especializada.
Entre los doce y los veinticuatro meses la normalidad es amplísima y hay diferencias más que evidentes entre bebés sanos de la misma edad. Unos caminan rondando el año y otros esperan hasta los 18 meses e incluso algo más para soltarse. Lógicamente los primeros consiguen andar hacia atrás, correr, subir escaleras y saltar un poco antes, pero todos terminan haciéndolo.
Otra diferencia evidente es el lenguaje. Lo más habitual es que a los dos años ya digan frases de dos palabras (mamá agua), aunque hay muchos que hablan como académicos, y otros tantos que no salen del papá y mamá. Entre ambos extremos los que hablan mucho pero no hay quien les entienda o los que tienen suficiente con señalar. La mayoría, eso sí, hacia los veinte meses lo entienden casi todo.
Las destrezas manuales son otro marcador de diferencias. Hay bebés que comienzan a usar los cubiertos a los 18 meses o antes y otros que a los dos años siguen cogiendo la comida con los dedos. Los hay que se manejan con los bloques como miniarquitectos y otros que consiguen su primera torre hacia el final del segundo año. Todo ello entra dentro de la normalidad. Nuestro trabajo es facilitarles las herramientas para que vayan desarrollándose, sin agobios ni presiones. Sin olvidarnos de celebrar sus intentos y logros.
Y mientras os cuento esto mi chiquitín de 20 meses que no dice más de tres palabras con sentido, centra toda su atención y energía en lograr levantar los pies del suelo al saltar. Me voy a darle un par de achuchones por el esfuerzo (y para mi satisfacción).
Foto | Flickr-Lambchops