Divorcios de parejas con niños: cómo evitar la triangulación
En un proceso de divorcio de una pareja con niños puede producirse una triangulación. Este término hace referencia a la forma de un triángulo en el que intervienen tres roles diferentes. Se genera esta circunstancia cuando dos adultos mantienen una situación de conflicto permanente y, en un escenario marcado por discusiones que el niño conoce, siente que tiene que posicionarse.
En este proceso, los adultos tienen la capacidad de resolver las dificultades que afrontan en esta etapa. Pero, cuando en lugar de actuar de este modo, hacen partícipes a terceras personas de esta situación, se produce un escenario de triangulación en un divorcio.
Cómo se desarrolla la triangulación en un divorcio
Y la falta de entendimiento se prolonga en el tiempo porque ambos han evitado asumir su responsabilidad en la búsqueda de acuerdos. Por el contrario, han desviado la atención hacia una dirección diferente. Cada uno responsabiliza a la otra parte de la situación. El niño que crece en un entorno de estas características percibe esta información. Así ocurre, por ejemplo, cuando un progenitor daña la imagen del otro delante del niño a través de comentarios despectivos o mensajes que le quitan autoridad. Como consecuencia de esta situación, puede experimentar sentimientos ambivalentes. Por ejemplo, quiere a su padre/madre pero, al mismo tiempo, también puede experimentar algún tipo de resentimiento.
Los adultos involucran al menor en un conflicto que no le pertenece. ¿Qué herramientas pueden utilizar las parejas para romper con esta dinámica? Existen procesos de ayuda como la mediación. Dicha mediación implica a ambos en la búsqueda de un acuerdo aceptado de forma libre. Mientras que en la triangulación de un conflicto se produce una situación que agrava los efectos del problema, la mediación muestra un esquema positivo. El acuerdo alcanzado busca el bien común porque está alineado con la fórmula «yo gano, tú ganas». Y, de este modo, este principio también fortalece al niño. La triangulación, por el contrario, fomenta la separación, la lucha, la contradicción y la oposición.
Una triangulación también puede producirse en un entorno distinto al familiar. Pero en este contexto se producen otros matices que conviene tener en cuenta. La relación padre e hijo es asimétrica. Por el contrario, el vínculo de dos personas que se separan debe ser simétrico. Son los adultos los que se encuentran en una posición de igualdad y, por tanto, pueden resolver sus diferencias sin implicar al menor. Cuando el niño siente que forma parte de esta realidad, experimenta un conflicto de lealtades si cree que el amor a una de las partes implica una traición a la otra.
Efectos negativos de la triangulación del conflicto
Esta situación incrementa las carencias emocionales en niños que crecen en un entorno de mayor inestabilidad. La infancia es, por múltiples razones, una de las etapas más importantes de la vida. Por ello, el sufrimiento vivido en este tiempo produce una memoria que se prolonga más allá de la niñez.
El niño percibe una dinámica que perpetúa los problemas y los agrava, en lugar de recibir el ejemplo positivo de adultos que resuelven las dificultades de forma asertiva desde el respeto. Es decir, tal vez él repita este mismo esquema en otras esferas de su vida, ya que es la dinámica que ha observado en su entorno de referencia.
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