El divorcio afecta a la salud de los niños
Cuando una pareja decide poner fin a su relación, suelen existir episodios anteriores de infelicidad, tristeza o angustia. Generalmente, y a no ser que se tenga muy claro, suele pasar bastante tiempo en el que se crea un ambiente enrarecido en el hogar, etapa en la que es como si se respirara un aire malsano en el que los sentimientos forman una eclosión en el ánimo, haciendo que nos sintamos perdidos.
Si son dos los adultos que conforman el hogar, la preocupación es muy distinta a cuando tenemos hijos. Aunque evitemos enfrentamientos cuando ellos están delante, o intentemos tapar expresiones de angustia o dolor, es inevitable que todas esas malas energías acaben envolviéndolos. No olvidemos que los niños son niños, pero no son tontos, y mucho menos ajenos al sufrimiento que les rodea. Por eso saber gestionar bien un divorcio es fundamental, no solo para su salud emocional y psíquica, sino también para su salud física.
Trastornos emocionales, psíquicos y, también, físicos
Lo primero que podemos pensar es que la disolución de la familia afecta, principalmente, a las emociones y los sentimientos. Generalmente los niños presentan un claro cuadro de estrés que, en la mayoría de ocasiones, viene propiciado por el periodo anterior, en el que los padres ya andaban batallando, no sólo por las cuestiones prácticas sino también por las emocionales. Sin embargo, un estudio reciente ha comprobado como, además, provoca otro tipo de patologías más físicas y tangibles.
Las Universidades gallegas de Vigo, A Coruña y Santiago de Compostela, acaban de publicar un informe en el que muestran como un divorcio mal gestionado por los adultos, acaba teniendo consecuencias muy graves en la salud de los niños.
Para llevar a cabo esta investigación, se tomaron como muestra a 500 niños y adolescentes con edades comprendidas entre los 2 y los 18 años. A través de los datos, tanto médicos como familiares, comprobaron como los niños con los padres separados presentaban más problemas de conducta o, incluso, neurológicos. Pero también otros más fisiológicos como afecciones en el estómago, en la piel o en el aparato urinario-genital.
Mayor implicación de los estamentos gubernamentales
Según los investigadores, estos problemas no se presentan por el propio divorcio en sí mismo, sino en no saber manejar la separación de forma adecuada. Suele ser habitual que durante ese periodo, hasta la ruptura, los niños tengan que ser testigos de episodios de discusiones, gritos, violencia verbal… todo ello desencadena en lo que se conoce como estrés tóxico. El que lleva a que las consecuencias para el niño sean, a menudo, irreparables.
Pero ¿cómo manejar la ruptura de forma adecuada? Según estos mismos investigadores, la solución estaría, además de en nuestra propia buena voluntad, en la ayuda de los expertos. Sería interesante que los estamentos gubernamentales ofrecieran gabinetes de ayuda para que los padres supieran gestionar estos episodios y, de este modo, evitar los graves problemas que desencadena en sus hijos.
Vía | Webconsultas
Fotos | Vix y Psicodiagnosis
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