Disciplina positiva: ¿Qué son las relaciones horizontales?
El hogar es el espacio en el que los niños adquieren una gran cantidad de aprendizaje. El proceso de descubrimiento no solo se contextualiza en el espacio físico del propio inmueble, sino también en el marco afectivo de un vínculo que tiene una estructura interna. La relación entre padres e hijos adquiere formas diferentes a lo largo de la vida. El vínculo con el bebé comienza teniendo una esencia vertical.
De este modo, el adulto dispone de la responsabilidad y de la capacidad de encargarse de su cuidado. Los progenitores le aportan afecto, amor y seguridad. Sin embargo, un vínculo que tiene una base vertical no tiene por qué permanecer estático de forma invariable en otras etapas. Ten en cuenta que una familia es un sistema dinámico y cambiante. Por ello, con el crecimiento del bebé puede producirse una evolución hacia una crianza que tiene un esquema horizontal.
Diferencias entre relaciones verticales y horizontales
En el primer caso, existe una jerarquía que establece una distancia en las posiciones que ocupan el adulto y el niño. En un vínculo que crece a partir de una base horizontal, por el contrario, se establece un nexo de igualdad. En el primer caso, la propia posición de los protagonistas remarca el sentido de la autoridad y de la obediencia. En una relación horizontal, por su parte, la autoridad no desaparece. Sin embargo, cambia el modo de alimentar la comunicación con el niño. Esta es la propuesta de la disciplina positiva.
La relación vertical también puede darse en el ámbito educativo como ocurre cuando existe una jerarquía que marca una distancia entre el docente y el alumno. Un vínculo que refuerza la igualdad no es sinónimo de ausencia de límites. De hecho, las normas son muy importantes en la crianza. Por otra parte, que esta última sea el hilo conductor de la vida en un hogar en el que los adultos aplican la disciplina positiva no significa que deba mantenerse en todo momento. Es decir, existen ocasiones en las que el padre o la madre toma decisiones desde una posición de jerarquía. Por ejemplo, cuando se trata de un asunto que tiene que ver con la seguridad infantil.
Pero el sentido de las normas en un hogar inspirado en la disciplina positiva va más allá de la infancia. La aplicación de un principio tiene un valor colectivo. Es un tipo de relación que pone el acento en el respeto mutuo como ingrediente que alimenta la comunicación y la empatía.
Creencias y prejuicios en torno a la disciplina positiva
La educación horizontal , en ocasiones, puede ser todo un reto para los adultos. Especialmente, cuando no es el espejo que observaron en su infancia. Es decir, cuando fueron educados en una familia y en un tiempo en el que la enseñanza vertical era muy habitual. Y, en ese caso, es importante superar creencias y prejuicios para observar la base del vínculo más allá de la autoridad y la obediencia. La disciplina positiva es un tipo de educación que no se centra únicamente en las necesidades del momento, sino que mira al largo plazo.
Existe otra contradicción que puede producirse en el seno de una familia. Que un progenitor establezca una relación horizontal con su hijo mientras que otro adopta una comunicación de igual a igual.
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