Disciplina afectiva: Más elogios y menos gritos
Ya estamos a las puertas un nuevo año y, posiblemente, hemos realizado nuestra particular lista de buenos deseos y propósitos especiales para este largo periodo que nos queda por vivir. Así intentaremos superar ciertos errores, limar alguna que otra aspereza y volcarnos en aquello que, de verdad, merece la pena. Para aquellos que somos padres uno de nuestros objetivos principales es la educación de nuestros hijos, pero resulta que hay veces que nos centramos tanto en procurarles una disciplina ejemplar, que nos olvidamos de que el afecto, en la mayoría de los casos, suele ser la mejor medicina para salvar los escollos de la desobediencia.
Al menos así es como lo han manifestado una serie de terapeutas y psicólogos que nos aconsejan que, en vez de magnificar y hacernos perder los nervios los malos comportamientos, deberíamos elogiar más a menudo cuando realizan alguna de esas tareas que tanto les cuesta llevar a cabo. Un abrazo, un beso, un aplauso o cualquier gesto de cariño servirá para reforzar esa actitud, algo que ocurre de forma contraria cuando nos dejamos llevar por la ira o los gritos.
Debido a que nuestro cerebro conserva una parte importante de crítica y negatividad, nos lleva a estar mucho más pendientes de los malos comportamientos, es por ello que no resulta una tarea fácil, aunque no imposible. Cierto es que cuando un niño se porta mal o hace alguna trastada, hay que reprenderle e imponerle un castigo: un tiempo muerto, la ausencia de algún juguete o una reprimenda verbal sin gritos. Pero una vez pasado, debemos fijarnos en aquellas tareas que realiza bien, en las que se esfuerza e intenta mejorar, ahí es cuando debemos incrementar nuestra alegría, demostrándola sin ningún tipo de represión.
Cuantos más pequeños sean los niños, mucho mejor nos funcionarán estas técnicas. Un bebé, por ejemplo, no entenderá la explicación que le damos al contarle que cosas o no debe hacer, pero en cambio sí se quedará con el abrazo o el beso que recibe cuando se ha portado bien. Según los expertos, a partir de los 10 u 11 años la disciplina se vuelve un tema mucho más espinoso. Entonces ¿por qué no empezamos hoy?
Vía | The wall street journal
Foto | Informe 21