Discapacidad auditiva: el problema del bilingüismo
Al problema que deriva de la obvia deficiencia auditiva, muchas veces hay que añadir el del bilingüismo. Todos sabemos lo complicado que resulta el aprendizaje de los distintos idiomas para poder comprender la importancia de asumir dos o más sistemas de expresión.
Los criterios no pueden ni deben unificarse; por las peculiaridades propias de cada lugar, los deseos de los padres, los ambientes circundantes y de relación, por el tipo de escuela propuesto o elegido y por toda una serie de factores a considerar, no puede haber consejo que no sea bien fundamentado.
Vienen al consultorio un padre con acento inglés, y la madre de habla castellana. Su hijo tiene discapacidad auditiva. Todos residen en Barcelona.
Tenemos, pues, un niño sordo flotando entre tres idiomas: castellano, inglés y catalán. Añadamos en este caso que, además, tres ambientes distintos influyen en él: la guardería, el medio circuncidante y su hogar. Toda una amalgama de factores un tanto desfavorables para un niño incapacitado sensorialmente en vías de aprender a hablar.
El niño no necesita aprender tantos idiomasLa primera pregunta al respecto que hacemos a los padres es saber dónde residirán definitivamente; nos responden: Barcelona. Descartamos el catalán por no hablarlo los padres, al igual que el inglés, que lo hablan esporádicamente. Por tanto, aconsejamos el uso prioritario del castellano.
Tenemos suerte, pues en la guardería también hablan esta lengua y, asimismo, en sus círculos de relación. El padre comenta que hubiera preferido no despreciar el inglés… ¡No compliquemos las cosas! Aconsejamos a los padres que sean razonables, que comprendan las posibles dificultades que pueden planteársele a su hijo, que hagan caso omiso de sus amigos que llevan a su niño (oyente) a un parvulario inglés.
El niño no necesita aprender tantos idiomas; necesita aprender uno y bastante dificultoso será ya este aprendizaje.
Elegir una lengua no puede partir de un criterio subjetivo ni de unas simples preferencias, sino que deben tenerse en cuenta una serie de factores sobre cada caso en particular (lengua materna, mayor porcentaje de la lengua en el lugar de residencia, la lengua de la logopeda que iniciará el niño, etc.). No siempre es sencillo decidir lo más conveniente.
Fuente | ‘Guía para padres de niños sordos‘, por M. Dolores Suriá
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