Deuda emocional: cómo interfiere en el vínculo entre padres e hijos
La educación y la crianza pueden estar condicionadas por el peso de las elevadas expectativas que los progenitores depositan en sus hijos. Es una situación que puede empezar a materializarse desde el nacimiento. Es habitual poner en valor un equilibrio en la balanza de los vínculos afectivos. De este modo, existe una relación de proporción entre dar y recibir.
Una ecuación que muestra un balance significativo en un vínculo de pareja o de amistad. Sin embargo, la perspectiva de la generosidad puede estar condicionada por el deseo de recibir gratitud, reconocimiento y afecto. Es una situación que, en ocasiones, se produce en la maternidad y en la paternidad. Dicha situación genera sufrimiento a largo plazo en la familia. Los adultos viven la vida a través de sus hijos. Los menores, por su parte, se sienten responsables del bienestar y felicidad de los adultos. Así sucede cuando la educación y la crianza derivan en un sentimiento de deuda que aumenta con el paso de los años. Es decir, la herida emocional puede perdurar en la etapa adulta si el afectado no realiza un proceso de introspección para reconstruir el vínculo desde una perspectiva consciente.
La deuda es un peso que limita la felicidad de padres e hijos
Un bebé no sabe que forma parte de un entorno que está condicionado por acciones que no son plenamente libres. Sin embargo, el adulto sí puede tomar conciencia de este hecho cuando escucha sus sentimientos. Con frecuencia, las decisiones tomadas surgen de una aparente buena intención. Pero en el fondo de esas iniciativas existe algún tipo de carencia o de miedo a la soledad.
La generosidad del progenitor es prácticamente infinita. Y cuando se crea un sentimiento de deuda, el deseo de recibir también es enorme. Sin embargo, cuando la respuesta del hijo no es la esperada, nace la frustración o el desencanto. El sentimiento de deuda está directamente vinculado con el peso de la culpa. Es una de las cargas que experimenta aquel sobre el que se depositan tantas expectativas que cree que debe estar a la altura de ese ideal.
Previamente, hemos comentado que el equilibrio en la balanza es muy positivo en las relaciones de pareja o de amistad. De este modo, existe una proporción entre aquello que da y recibe cada uno. Sin embargo, en sentido literal, no es posible devolver todas las atenciones, el cuidado y el amor recibidos durante la infancia. Es una generosidad que nace de la libertad interior. Y dicha libertad conecta con un proyecto de vida personal creado.
El sentimiento de deuda está vinculado con el rol de víctima en los padres
Pues bien, el niño también está llamado a vivir una historia única y a crear su propio proyecto personal en la etapa adulta. La deuda emocional se convierte en una cadena que afecta negativamente al vínculo entre padres e hijos. Pero también limita el propio potencial de descubrimiento.
El sentimiento de deuda, que puede experimentarse en distintos grados, ocupa un espacio valioso en el interior de la persona. Un espacio que, en caso contrario, puede ser llenado con otras ilusiones, iniciativas, alegrías y objetivos propios. Ten en cuenta que es una deuda que propicia la formación de distintas ideas limitantes en torno a uno mismo, la familia y la felicidad.
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