La delicada piel del bebé: piel saludable, bebé feliz (II)
Como ya os contamos en alguna otra ocasión, la piel proviene del mismo tejido embrionario que el cerebro, el sistema nervioso, los sentidos. Lo que los vincula en gran medida por lo que la piel cuenta con una enorme percepción. Además, justo debajo de la piel se encuentran las terminaciones nerviosas (es la zona del cuerpo que más tiene) que nos permiten recibir los estímulos. Las células sensoriales de la epidermis envían la información al cerebro y la unen a una sensación.
De ahí que los masajes sean tan terapéuticos en los bebés pequeñitos, principalmente para quitarles el estrés, aunque… bueno en los no tan pequeños también es agradable, pero en ellos más aún. Los expertos en Dermatología estiman que la piel no se desarrolla del todo para prestar por completo su función protectora hasta que el niño alcanza los cinco años de edad.
Además de ser más fina que la del adulto, sus células no han alcanzado la densidad óptima por lo que no están compactas y carecen de la capa exterior denominada córnea y que está formada por las células muertas. Esta se termina de formar a medida que la piel se va rozando. Por ejemplo cuando se empieza a gatear, cuando se agarran objetos por la exposición a agentes externos como el sol, etcétera.
Hasta que esta capa no está completa no puede proteger al niño como debería por lo que se hace imprescindible ayudarle con otros cuidados. No obstante, la piel de un bebé está muy hidratada y también absorbe con facilidad los productos que utilicemos para su cuidado corporal. Un punto más a tener en cuenta para extremar las precauciones sobre los productos que utilizamos sobre su delicada piel. Muchos problemas que pueden presentar en la piel se debe al uso de productos dermoabrasivos o a la falta de mimo, tomemos nota.
Foto | kristaguenin en Flickr
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