¿Debería ser obligatoria la vacunación?
Nuestro único deseo para Pau, el tristemente famoso niño con difteria, es su completa recuperación sin secuelas. Lamentamos lo que están viviendo sus padres y seres queridos, nadie querría estar ahora mismo en su piel y bastante tienen encima como para recriminarles nada. No es el primer caso de anti-vacunación que aprenden por la vía más dolorosa. Pero, inevitablemente este contagio ha abierto el debate sobre las vacunas. Mucha gente descubre ahora que hay movimientos anti-vacunación, los telediarios nos hablan de las fiestas del sarampión como si fueran una novedad y se habla más que nunca de las mentiras de Wakefield, el culpable de que aún haya quien relacione vacunas y autismo.
Lógicamente se ha planteado la discusión sobre si la vacunación de los niños debe ser o no obligatoria. Quien se opone, entre ellos muchos médicos y autoridades sanitarias, alegan que es mejor convencer que obligar puesto que la coerción consigue un efecto rebote y amplifica los alegatos de los grupos anti-vacunas. Siempre que se mantenga esta situación en la que no hay epidemia y hablamos de casos aislados. Pero, también hay otro punto de vista, quien defiende que la salud es un derecho del niño y no se puede supeditar a la formación o las creencias de los padres.
Yo, que no soporto las intromisiones en mi vida privada y defiendo mi libertad para educar y criar a mis hijos como nos de la gana, me posiciono en el lado de la obligatoriedad. Parece una contradicción pero me baso en las evidencias científicas de que las vacunas salvan vidas, que no solo protegen a un individuo sino al colectivo y que la salud del niño es un derecho y para los padres una obligación. No es algo tan extraño, hay padres a los que sus creencias no les permiten tratar médicamente a sus hijos que se ven forzados por un juez. Lo malo es que muchas veces se llega tarde.
Estamos escuchando que no hay motivo para la alarma, que ha sido un caso aislado, pero parece que solo exista la difteria. Ha rebrotado el sarampión en gran parte del mundo por culpa de la bajada de la inmunización grupal, lo que ha obligado en algunas comunidades españolas a adelantar la triple vírica en el calendario. El sarampión debería haber sido erradicado en 2005. Pero hay más, por ejemplo hace unos años hubo un brote de tos ferina en California que causó la muerte de al menos 10 bebés y niños. Seguro que entre esos pequeños hubo algunos a los que no había dado tiempo a vacunar porque no tenían edad para ello.
No estamos hablando de algo que solo afecte a un individuo, sino a la sociedad en general. Nuestros bebés, las personas inmunodeprimidas, aquellas que por cualquier motivo no pueden ser vacunadas aunque quieran, son las que deben beneficiarse de la inmunización grupal. Y, sin embargo, cada vez están más expuestos a enfermedades terribles por culpa de un grupo de gente que en lugar de creer en la ciencia, confía ciegamente en lo que lee a un gurú en Internet o en un panfleto. La misma gente que si tiene la desgracia de enfermar gravemente se pondrá en manos de los médicos de su hospital y en las de los laboratorios a los que tanto desprecian.
Creo que, salvando las distancias, del mismo modo que quien decide no escolarizar a sus hijos debe probar que no les está perjudicando, quien decida no vacunar a los suyos tendría que convencer a un juez para que se lo permitiera. Es más, creo que deberíamos saber si nuestros hijos se relacionan con niños no vacunados, para poder protegerles a ellos o a sus hermanos pequeños.
¿Vacunación obligatoria? Nos encantaría leer tu opinión.