Los cuidados de la cicatriz tras la cesárea
Una de las señales inequívocas de que hemos sido madres a partir de una cesárea es la cicatriz que, con mayor o menor intensidad, queda en nuestro vientre. Poder aminorar sus efectos estéticos depende de muchos factores, aquí la genética también juega su papel por lo que no todos los cuerpos están receptivos a los mismos resultados con cuidados idénticos. De todos modos, una vez alejado el riesgo de infección y tras las curas necesarias para su perfecta cicatrización, podemos aplicar pequeños productos que nos ayuden a disimularla en buena parte.
Si ya sabes que te van a practicar una cesárea, bien por antecedentes anteriores, por ser un embarazo de riesgo o por cualquier otra complicación surgida en las últimas semanas, puedes empezar a cuidar la zona antes de que se produzca la incisión. Aplícate a diario en la zona una buena crema hidratante y cuida, especialmente, tu alimentación: proteínas como la carne y el pescado y vitaminas con la verdura y la fruta; no debes descuidar la ingesta de agua abundante.
Una vez se ha producido la operación y tras ser debidamente curada y desinfectada, será tu ginecólogo el que te oriente sobre unas pautas generales a seguir. Después de liberarte de los puntos y la herida esté completamente seca, podemos aplicar aceite de rosa mosqueta. Para ello lo haremos de forma suave, con movimientos circulares y sin presionar la cicatriz. Es importante saber que esta zona se queda especialmente sensible ante los rayos solares, por lo tanto no es conveniente tomar el sol en esta parte hasta pasados, al menos, seis meses. En el caso de no poder evitar esta situación, lo mejor es que te apliques crema de protección muy alta.
Algunas personas desarrollan una cicatriz en forma de cordón a lo largo de todo el corte, es lo que se conoce como queloides y tiene un origen genético, ocurriendo con mayor frecuencia en las pieles oscuras. Si alguien de tu familia ya lo ha padecido puede que tú también lo padezcas. En algunas ocasiones estos queloides vienen acompañados de picores e, incluso, dolor. Para evitar la formación de ellos se suele recurrir a las cremas o pomadas con corticoides o a distintos apósitos especiales para ello, aunque ninguno de estos métodos lo evita, al menos limita los daños.
Vía | Guía del Niño
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