Cuentos nuevos para la nueva era

Todos conservamos en nuestra memoria aquellos cuentos infantiles que, en boca de los padres, profesores o abuelos, nos mostraban una parte de la realidad a la que aspirábamos o, por el contrario, aquella otra de la que debíamos alejarnos para no caer en las auténticas garras del mal. Moralejas, ejemplos de comportamiento y direcciones a seguir, son las claves que encierran cualquier cuento clásico y, algunos de ellos, algo trasnochados.

Y es que, si nosotros aprendimos a vivir creyendo que las madrastras eran seres infames, los papás y mamás siempre vivían juntos y felices y todos los niños eran clones que vivían en familias idénticas y estereotipadas, los niños del siglo XXI necesitan que estas narraciones contengan una pizca más de la realidad que les rodea, de la diversidad que la sociedad ofrece más allá de las páginas de los libros.

Así nos encontramos con que, no existiendo un tipo de familia única, las editoriales se esfuerzan por encontrar narraciones que ofrecer a los niños, donde se refleje toda esta realidad. Los niños necesitan encontrar relatos donde se hable de sus propias situaciones: familias con dos mamás o dos papás, niños adoptados, pequeños con discapacidad o abuelitos enfermos de alzhéimer.

De este modo existen colecciones como «En favor de la familia» de A Fortiori cuya editora, Natividad de la Puerta, nos habla de la principal idea de esta editorial que pretende «enseñar que el valor universal es el amor, con independencia del tipo de familia». También Intermón Oxfam, en sus ediciones infantiles, ha tomado un nuevo giro, evitando la moralina directa que era rechazada por los niños que no entendían esa clara diferencia entre lo que se les contaba y ellos vivían en su propio entorno.

Así pues estos nuevos cuentos hablan al niño desde su propia realidad, temas que, aunque existentes y latentes en la sociedad, siempre se han considerado espinosos y claramente silenciados, sin darnos cuenta que al intentar acallarlos, estamos creando un mundo de contradicciones en la limpia mente infantil, ya que como bien dice Natividad: «El niño nace sin prejuicios, son los mayores quienes los transmiten».

Vía | El País
Dibujo | Ros Asquith

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