Cuentos del mundo (IV)
Seguimos compartiendo esos cuentos que recorrieron el mundo y que nos dejan una moraleja importante para nuestros pequeños. Hoy compartiremos ‘El cordero de la lana dorada’. Esperamos que lo disfruten.
“Había una vez un hombre pobre que tenia un hijo y cuando este hijo creció, su padre lo envió a buscar trabajo. El muchacho viajó y viajó buscando un lugar, hasta que por último se encontró con un hombre que decidió tomarlo como ovejero.
Al día siguiente su patrón le dio una flauta y lo envió con los corderos para probar su capacidad en esta tarea. El muchacho nunca se quedó quiero como hacían los otros pastores, sino que anduvo de un lado a otro tocando su flauta durante todo el día.
Había entre las ovejas un cordero con un vellón dorado que cuando oía la flauta comenzaba a danzar. El muchacho se encariñó con este cordero y pensó pedir como paga este animalito.
Al atardecer retornó adonde lo esperaba su patrón. Cuando éste vio que no faltaban ovejas y que además estaban bien alimentadas, se mostró muy complacido, entonces trató de arreglar el salario justo con el muchacho quien le dijo que no quería sino la oveja del vellón dorado.
El granjero también era muy afecto a esa oveja y se la prometió de mala gana pero estuvo de acuerdo después, cuando comprobó qué buen sirviente era el muchacho.-
Transcurrió el año, el joven recibió el cordero en paga y partió. Viajaron todo el día y la noche los sorprendió cuando llegaban a un pueblo, así que decidieron pedir albergue en una granja para pasar la noche.
Los dueños de la granja tenían una hija, quien, cuando vio el cordero con el vellón dorado decidió robarlo. Cerca de la medianoche la joven se levantó decidida y hete aquí que en el instante en que tocó el cordero, se quedó pegada rápida y fuertemente a su lana. Cuando el joven se despertó la encontró pegada al cordero. Como no los pudo separar y, como no podía dejar al cordero, se los llevó a los dos.
Estaban cruzando la tercera puerta de la casa donde habían pasado la noche, cuando el muchacho comenzó a tocar la flauta, el cordero se puso a bailar y, sobre su lomo, la muchacha.
A la vuelta de la esquina una mujer estaba poniendo pan en un horno, de pronto vio al cordero bailando y sobre su lana, a la muchacha. Blandió la pala de hornear para asustar a la muchacha, corrió y gritó:
– Vuelve a casa, no hagas una tonta de ti.
Como la joven continuó bailando la mujer llamó:
– ¿Por qué no obedeces? Y le dio un golpe con la pala, la que inmediatamente se pegó a la joven y la mujer a la pala y el cordero las llevó a las dos así.
Caminando, llegaron a la iglesia. Aquí el joven comenzó a tocar de nuevo, el cordero a bailar y pegada a la lana del cordero, la joven y en el trasero de la joven, la pala y al final de la pala, la mujer.
En ese momento, el cura estaba saliendo y viendo lo que sucedía, comenzó a regañarlos y a decirles que no fueran tontos y se fueran a sus casas.
Como las palabras no producían ningún resultado, golpeo a la mujer en la espalda con su bastón, y, para su sorpresa, el bastón se pegó a la mujer y él se pegó al final del bastón.
Con esta agradable compañía, el muchacho prosiguió su camino y, hacia el anochecer llegaron a una villa real en donde hallaron un lugar para pasar la noche en lo de una anciana.
– ¿Cuáles con las novedades aquí? –dijo el joven-
La anciana le dijo que todos sentían tristeza porque la hija del rey estaba muy enferma y ningún médico podía curarla, pero si ella lograra reír se mejoraría en un instante. Nadia, hasta el momento había podido ni siquiera hacerla sonreír. Por otra parte, el rey había hecho una proclama ese día, diciendo que, quienquiera que la hiciera reír podría hacerla su esposa y compartir el poder real.
El muchacho apenas pudo esperar a que se hiciera de día, tan ansioso estaba por probar fortuna.
A la mañana, se presentó ante el rey y explicó por qué esta allí. Fue. Entonces, recibido amablemente.
La princesa esperaba en el salón. El muchacho comenzó a tocar la flauta, el cordero a bailar, en el vellón del cordero la muchacha, en la espalda de la joven la pala, al final de la pala, la mujer, en la espalda de la mujer, el bastón del cura y al final del bastón, el cura.
Cuando la princesa vio esta situación, rompió a reír, lo que puso al cordero tan contento que sacudió todo lo que tenia en su lomo y el cordero, la muchacha, la mujer y el cura bailaron sueltos unos de otros de la gran alegría.
El rey casó a su hija con el joven pastor, el cura fue hecho capellán de la corte, la mujer, repostera de la corte y la muchacha doncella de la princesa.
La boda duró de un lunes hasta el martes de la otra semana, y todo el país bailo con gran alegría y si las cuerdas del violín no se hubiesen roto ellos estarían danzando todavía.”
Fuente | Cuentos del mundo para niños de Occidente – Antología Sufi
Foto | Flickr – Br1dotcom
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