Cuatro causas de la sobreprotección infantil
La sobreprotección no es positiva para los niños, pero tampoco lo es para los adultos. Este estilo educativo incrementa la dependencia mutua. La sobreprotección incrementa el círculo de la preocupación constante de aquel adulto que siempre observa una posible amenaza que despierta la alarma de la preocupación. Por tanto, esta predisposición ante la realidad no incrementa la tranquilidad y la felicidad, sino que aumenta el malestar porque la rumiación mental está en el origen mismo de este tipo de comportamiento.
Una persona puede evolucionar y cambiar en el plano profesional y también en la vida personal. En la maternidad y en la paternidad, el primer paso de este cambio es identificar cuál es la causa de la sobreprotección, asumiendo el compromiso con ese cambio. ¿Cuáles son las causas de la sobreprotección infantil? En El Blog Infantil exponemos cuatro posibles puntos.
1. Imagen de un modelo familiar previo
No existe ningún manual de instrucciones sobre cómo educar a los hijos, cada persona escribe la página de este nuevo capítulo de su vida a partir de su responsabilidad, la creatividad y la libertad. Pero un ser humano no solo puede aprender en torno a esta cuestión a partir de su propia historia. Previamente, ha observado el ejemplo educativo de sus padres en su rol de hijo.
Y esta referencia es un espejo en el que el ser humano puede hacer propios algunos de esos comportamientos. Por tanto, la sobreprotección puede ser una forma de continuar con un estilo educativo conocido. Una persona puede quedarse en esta zona de confort de la que tiene una referencia previa.
La sobreprotección también puede estar en relación con un suceso que marcó un punto de inflexión en el propio guión familiar. Un suceso que activó miedos y esta respuesta.
2. Creencias limitantes sobre la realidad
El ser humano no puede controlar un alto porcentaje de los aspectos que ocurren en la realidad. La sobreprotección es una forma de autoengaño ya que ningún padre o madre es todopoderoso. Todo ser humano convive con sus propias dificultades y límites.
Además, surgen imprevistos y acontecimientos inesperados. Mediante las creencias que alimentan el rol de la sobreprotección, la persona actúa constantemente con la intención de minimizar cualquier posible circunstancia de adversidad. La persona pone sobre sus hombros el peso de una responsabilidad que es inasumible de manera realista. Ningún ser humano puede controlarlo todo en ninguna de las esferas de su vida. No puede controlarlo todo en relación consigo mismo y tampoco puede hacerlo en relación con otro. Cuidar no es sobreproteger.
Existen muchas creencias limitantes sobre la felicidad que pueden trasladarse también a la paternidad y la maternidad. La felicidad se ha convertido en una especie de obligación constante en la sociedad actual como puedes observar por medio del lenguaje único de la perfección continua de los mensajes expresados en redes sociales. Estar siempre alegre es imposible. Ningún padre puede lograr que su hijo esté siempre contento aunque ese sea su deseo cuando le sobreprotege.
3. Diálogo interior
La alegría está presente en la experiencia que vive cada madre y cada padre. Pero al mismo tiempo, los miedos también son humanos. El síndrome de la sobreinformación tan posible en la actualidad hace que el protagonista conozca distintos sucesos, consejos, datos, sugerencias y recomendaciones en un solo instante de tiempo. La sobreprotección puede ser una respuesta ante un diálogo interior condicionado por la pregunta constante: “¿Y si?”.
Un enunciado que va acompañado con la formulación de una hipótesis en torno a aquello que puede ocurrir y que la persona intenta prevenir a través de su acción. La idea de control que ofrece la sobreprotección es una falsa ilusión.
A partir de este planteamiento, la persona intenta minimizar esa consecuencia incluso antes de que se produzca. Quien se encuentra en este punto no vive plenamente el presente, sino que trae el futuro al ahora. Esta sobreprotección encuentra una causa de fortaleza en miedos irracionales no gestionados.
4. Sociedad de la abundancia
La sobreprotección también puede ser la consecuencia de un estilo de vida en el que la inmediatez es una forma de respuesta habitual. Una abundancia que puede ser visible, por ejemplo, en los regalos. Esta abundancia añade incluso nuevas necesidades creadas a partir de compras que no son prioritarias porque no cubren necesidades principales.
Esta abundancia también se traslada al aspecto emocional de una protección que no encuentra su límite en el equilibrio de potenciar la propia autonomía del niño. La sobreprotección pone el foco en un imposible a nivel emocional. Por ejemplo, evitar que el niño se ponga triste por alguna razón. Un error que también está relacionado con la interpretación que diferencia las emociones y los sentimientos entre experiencias positivas o negativas. La tristeza es una experiencia tan humana como la alegría. Querer sobreproteger a los niños para que no sufran al sentir celos y envidia refuerza la frustración.
La sobreprotección también puede ponerse en relación con la propia reafirmación personal de quien desea sentirse querido asumiendo este rol de cuidado constante que alimenta la dependencia. Una necesidad de ser indispensable que puede tener su conexión con otros vacíos y carencias internas. Existen distintas causas por las que unos padres pueden sobreproteger a sus hijos. Cada historia es diferente. Por esta razón, la identificación del motivo siempre debe atender a los matices particulares del caso. Más allá de cualquier posible generalización, la respuesta siempre está reforzada con el valor de la introspección.
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