Cuándo dejar una actividad extraescolar: 4 casos frecuentes
La realización de la inscripción en una actividad extraescolar pone de manifiesto el propósito de asistir a las clases durante el tiempo previsto.
Sin embargo, una de las características de esta formación es que no se trata de un itinerario obligatorio, sino opcional. Por ello, conviene mantener la flexibilidad y la adaptación al cambio: existe la posibilidad de que el niño deje de asistir por algún motivo. ¿En qué casos se suele producir este proceso?
1. Dedicar ese tiempo a un propósito diferente
La planificación inicial del inicio de curso quizá no pueda materializarse de forma literal a lo largo del ciclo académico. La previsión de los próximos meses no siempre se alinea con la rutina visualizada a partir de septiembre. Es decir, pueden existir cambios significativos que afecten al niño o a la familia (y quizá sea necesario realizar un reajuste en el calendario organizado previamente).
2. El alumno participa en demasiadas actividades extraescolares
Fomentar el aprendizaje siempre es positivo. Sin embargo, las actividades extraescolares pueden romper el equilibrio deseado cuando dejan muy poco tiempo para el descanso. Es decir, cuando se produce una sobrecarga de horas de formación. Quizá la familia valore la posibilidad de que el niño deje de asistir a una actividad concreta si el ritmo de la rutina es demasiado exigente para su edad.
Aunque es algo que conviene valorar antes de hacer la matrícula, puede que sea la experiencia práctica la que aporte una nueva perspectiva de las decisiones tomadas.
3. El niño no disfruta con la actividad
Asistir a una actividad extraescolar es una alternativa que las familias valoran de forma opcional. No es indispensable que el estudiante complete la agenda con más clases en horario de tarde. En definitiva, es importante que el alumno disfrute y se divierta durante la clase. Es recomendable que la hora de la próxima sesión se convierta en un estímulo positivo y en una fuente de motivación. Por el contrario, cuando la propuesta se aleja de las preferencias del propio niño, puede llegar a convertirse en un peso.
4. El niño presenta un motivo justificado
Abandonar una actividad extraescolar no es la primera opción que conviene valorar en este tipo de caso. Es decir, es importante educar en el compromiso de continuar y perseverar en las metas asumidas a principio de curso. Además, conviene profundizar en el motivo real por el que el niño parece estar poco motivado en la asistencia a clases. Y es recomendable apoyarle cuando su motivo es razonable, justificado y comprensible.
¿Es una actividad por la que ha demostrado interés durante mucho tiempo y, sin embargo, ahora parece haber cambiado de opinión? ¿O nunca ha mostrado demasiado entusiasmo en esa propuesta? El enfoque de la pregunta es diferente porque el contexto cambia de forma significativa en cada circunstancia. En el primer caso, es recomendable identificar qué ha podido ocurrir para que esa propuesta deje de interesarle de forma inesperada.
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