Crianza cortacésped: ¿Qué consecuencias negativas produce?
Existen varios perfiles de padres sobreprotectores. Aunque adoptan diferentes posiciones en la educación y la crianza, existe un aspecto en común: su comportamiento reduce la autonomía infantil. Los nombres que reciben los distintos tipos de crianza en los que la hiperpaternidad está muy presente, hacen referencia a términos muy visuales. El concepto de crianza cortacésped también anticipa algunos de los rasgos que, en la práctica, caracterizan esta forma de acompañamiento.
La decepción, la desilusión, el sufrimiento, la frustración o el aburrimiento son factores que se integran en la existencia humana (también se experimentan durante la infancia). Son sensaciones y emociones que, con frecuencia, los padres sobreprotectores tienden a interpretar como si fuesen negativas.
Cómo actúan los padres cortacésped en la educación de sus hijos
Adoptan un papel clave para minimizar cualquier riesgo de que el niño sienta el impacto de una realidad que rompe sus expectativas. ¿Cuál es la dinámica de los padres cortacésped? Van un paso por delante de sus hijos, de este modo, simplifican el camino. Apartan aquellos obstáculos que pueden evitar.
El progenitor intenta mantener el control de cualquier situación, se implica para prevenir y solucionar los imprevistos. Evita que su hijo desarrolle su responsabilidad para ocuparse de asuntos que le corresponden de acuerdo a su edad. En consecuencia, la crianza cortacésped repercute de un modo negativo en el desarrollo de la resiliencia. Su impacto es todavía más visible en la adolescencia y en la juventud cuando el entorno familiar no puede anticipar o solucionar cualquier inconveniente.
La crianza cortacésped no prepara a los niños para afrontar como protagonistas los retos y objetivos de la vida cotidiana. Crecen influenciados por un modelo que les permite delegar en el otro esas cuestiones. Esta situación es negativa para los menores, pero también para padres que buscan el perfeccionismo, conviven con altos niveles de carga mental y viven periodos de estrés.
Existen numerosos ejemplos de sobreprotección negativa que pueden integrarse en la rutina infantil. Imagina, por ejemplo, a un padre o madre que ha completado un ejercicio de los deberes que su hijo no ha realizado correctamente. En definitiva, los padres cortacésped intentan evitar incluso aquellas equivocaciones que tienen un fin positivo en el proceso de aprendizaje.
Eso no solo implica que el niño no experimenta el contacto directo con el error, sino también con la experiencia que se contextualiza después del mismo. Una experiencia que es clave para potenciar la superación personal y alimentar la resiliencia: el niño puede volver a intentarlo o seguir perseverando más allá del obstáculo. Pero esa posibilidad se reduce si ese elemento desaparece.
Consejos para no ser un padre cortacésped
Reflexiona sobre tus propias acciones y analiza el impacto que pueden tener a largo plazo en el desarrollo de tu hijo. Aquellas acciones que alimentan su dependencia hacia ti no son positivas. Por ejemplo, si cada vez que olvida qué tareas tiene que hacer para el día siguiente, tú le resuelves la duda, te excedes en tu papel más allá de lo razonable. La protección y el cuidado también requieren de una medida que no solo se centra en tu hijo, sino también en ti mismo.
Además, medita sobre cuál es tu visión de la felicidad infantil. En esencia, los padres sobreprotectores se implican al extremo para evitar la frustración, la decepción o la tristeza en sus hijos. Sin embargo, dichas emociones también forman parte de una infancia feliz.
La crianza cortacésped interfiere en la conexión con el presente: los padres van un paso por delante de la realidad. Se anticipan a aquello que puede ocurrir. Por tanto, practica la atención plena y establece prioridades a corto plazo.
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