Corregulación emocional: qué es y cómo influye en la crianza
La capacidad de autorregulación se desarrolla de manera gradual desde el nacimiento. A través del proceso de formación y crecimiento, el ser humano adquiere un mayor control e intención sobre su comportamiento, pensamientos, palabras, sentimientos y emociones.
La comprensión de las respuestas emocionales se enmarca en un contexto concreto que está condicionado por variables internas y externas a la persona. El estrés, por ejemplo, puede producir una situación de tensión emocional. Los progenitores realizan una importante labor de acompañamiento que nutre la autoestima infantil.
El bebé no tiene los recursos del adulto para gestionar sus respuestas emocionales
Las emociones y los sentimientos se expresan más allá de las palabras. El bebé exterioriza cómo se siente por medio de su lenguaje corporal, sus expresiones faciales, la sonrisa y el llanto. El entorno directo establece un diálogo afectivo con el niño. Cuando no existe un buen nivel de autorregulación, el sujeto puede sentirse desbordado por las emociones y sentimientos. Sin embargo, por medio del desarrollo de habilidades y recursos internos, la persona aprende a pensar antes de actuar. Es decir, sabe que las decisiones y las acciones producen consecuencias.
La autorregulación emocional produce un beneficio positivo en todos los ámbitos de la vida del ser humano. Por una parte, reduce el nivel de estrés, eleva la resiliencia e incrementa la calidad de vida. Además, crea la disposición necesaria para establecer vínculos felices con los demás.
Cuando las respuestas emocionales de los niños se perciben desde la mirada del adulto es posible no comprender realmente qué le ocurre al niño y por qué reacciona con intensidad ante un hecho específico. Cuando eso sucede, los progenitores experimentan estrés y frustración porque se enfocan en cómo les gustaría que fuese una situación y no cómo es en sí misma. Sin embargo, el niño responde de forma acorde a su edad. Existe un concepto que pone de manifiesto la importancia del acompañamiento de los progenitores en la primera infancia: la corregulación emocional.
Acompañar y validar las emociones del niño
A través de este proceso, el adulto ofrece amabilidad, empatía, cercanía, calidez, amor, bondad y seguridad. De este modo, el niño recibe el alimento afectivo que necesita para entender cómo se siente. El modo en el que se relaciona con sus emociones también puede estar en conexión con el espejo de aquello que percibe en su entorno. De este modo, padres y madres inspiran a sus hijos a través del modelado: se convierten en un ejemplo de inteligencia emocional y social.
Las emociones y los sentimientos también pueden transmitirse a través del contacto directo: se produce un efecto contagio. De este modo, es posible transmitir la tristeza, el estrés o el enfado. Pero también es posible comunicar la serenidad, la alegría y la calma a los demás. La autorregulación emocional acoge el modo de sentir del otro para entenderlo y darle una respuesta adaptada a sus necesidades.
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