Consejos para no normalizar la falta de interés por la lectura

El interés por la lectura transforma, educa y deja huella. Sin embargo, al igual que ocurre con otras disciplinas y experiencias, la lectura requiere de práctica, tiempo, dedicación y encuentro. Y, más allá de los múltiples beneficios que proporciona la adquisición del hábito lector, muchas familias priorizan otros planes y rutinas. En algunos casos, se llega a normalizar la falta de interés por la lectura en la etapa adulta como consecuencia del ritmo de la agenda diaria y las ocupaciones.
Mientras que aquellos padres que organizan planes literarios o practican el hábito lector son un modelo que pone en valor el conocimiento, la lectura y la creatividad, cuando se normaliza la falta de interés por la lectura se produce el efecto contrario. Se justifica esta perspectiva por el estilo de vida, el trabajo, la falta de tiempo o la inercia del día a día.
La magia de las palabras cobra vida a través de la lectura
En muchos casos, se habla de las bondades de la lectura a nivel teórico, pero dicha experiencia no se materializa a nivel práctico. Y, en ese caso, cuando eso ocurre en una familia con niños, la lectura, los libros y la literatura no se integran en la vida del hogar.
Normalizar la falta de interés por la lectura supone permanecer indiferente ante un universo de oportunidades que enlaza no solo con la historia de la literatura, sino también con el humanismo, el arte, la vida y una amplia variedad de temáticas. Normalizar la falta de interés por la lectura también implica adoptar un rol pasivo en relación con el desarrollo del pensamiento crítico, la búsqueda de respuestas o el desarrollo de oportunidades.
Claves para no normalizar la falta de interés por la lectura
La lectura es mucho más que una experiencia. Es un ingrediente que crea un clima positivo y acogedor en el hogar. Y es que, existen palabras que nutren, arropan y abrazan los sueños de la infancia. La película La ladrona de libros es un claro ejemplo de cómo la lectura puede convertirse en un punto de inflexión en la vida de un niño. Por ello, incluso cuando los padres no tienen afianzado el hábito lector, por diferentes circunstancias, sí pueden implicarse para transmitir a sus hijos el valor que tiene la cultura.
Hacer uso de los servicios que ofrece la biblioteca del barrio es un buen ejemplo a nivel práctico. Además, es esencial valorar la lectura y la cultura como un fin en sí mismo. Aunque existen otras formas de entretenimiento, conviene encontrar un tiempo y un espacio para poner en valor la magia del libro en múltiples experiencias: a través de un regalo, en la lectura en voz alta, en la visita a una librería, en la decoración del hogar, mediante un intercambio de libros entre amigos…
Comentarios cerrados