¿Cómo reaccionar ante las convulsiones provocadas por la fiebre?

¿Cómo reaccionar ante las convulsiones provocadas por la fiebre?

Escrito por: Daniel Fair    25 mayo 2017    4 minutos

Hasta los cinco años, las convulsiones febriles son un tipo de trastorno frecuente en niños contra las que los padres no suelen saber reaccionar adecuadamente.

Las convulsiones febriles, provocadas por la fiebre alta, son las más frecuentes entre la infancia, pues afectan a un 4 por ciento de los niños entre los seis meses y los cuatro años, alcanzando los vértices más pronunciados durante los dos años. Son propensos a sufrirlas los hijos de padres que también las sufrieron siendo niños (por consiguiente, si uno de los progenitores la ha padecido, no olviden comentárselo a su pediatra).

En la mayoría de los casos, no se producen nuevos episodios (recidivas), después de la primera crisis, sin embargo, en un 40 por ciento de los casos, son posibles, incluso a varios meses de distancia, pero siempre en presencia de fiebre. Normalmente, las convulsiones febriles desaparecen cuando el niño cumple 5 o 6 años.

Se deben a una sensibilidad especial que el sistema nervioso tiene para la fiebre. La mayoría de los niños presenta un dintel convulsivo (es decir, una temperatura mínima a partir de la cual aparecen las convulsiones) de 41-42ºC, lo cual les impide tenerlas, pero hay algunos que presentan un dintel más bajo (de sólo 40ºC o incluso menos) y estos sí las padecen. Aunque asustan muchos, no suelen provocar daños ni constituyen un síntoma de epilepsia.

¿Cómo se manifiestan las convulsiones febriles?

El niño pierde el conocimiento y se pone rígido, o se abandona, o bien sacude las extremidades, y puede tener los ojos abiertos de par en par o los pone en blanco.

La crisis puede durar algunos minutos y al finalizar el niño cae en un sueño profundo que señala la vuelta a la normalidad.convulsionfebril

¿Qué debe hacerse?

Cuando se trata de una primera convulsión:

Procurar rebajarle la fiebre cuanto antes:

  • Quitarle toda la ropa posible.
  • Aplicarle una bolsa de hielo o paños mojados en agua fría o en la frente y el cuello.
  • Pasarle una esponja empapada en agua templada por todo el cuerpo.
  • Cuando la convulsión cese y el niño esté bien despierto, darle un fármaco antitérmico y administrarle líquidos.

Facilitarle la respiración:

  • Ponerle boca abajo o de lado.
  • Si tiene algo en la boca, sacárselo con el dedo.
  • Si vomita, limpiarle la boca.
  • Si respira de una forma ruidosa, empujar hacia delante la mandíbula y la barbilla, apretujando con dos dedos por detrás del ángulo de la mandíbula para evitar que la lengua se le doble hacia atrás.

Llevarle de inmediato a un centro de urgencias (procurando que conduzca una tercera persona) si:

  • La convulsión dura más de diez minutos.
  • En todos los demás casos, una vez la convulsión haya terminado.

Durante el traslado, la temperatura se debe mantener baja poniéndole poca ropa y refrescándole en caso de ser posible.

Para prevenir una recidiva en el niño que ya ha sufrido una primera convulsión febril:

La temperatura debe mantenerse baja

Un niño que sufre convulsiones febriles está sano y debe llevar una vida normal. No se le ha de proteger excesivamente, y sólo hay que preocuparse por saber lo que debe hacerse cuando tiene fiebre o cuando sufre una nueva convulsión.

Se le ha de rebajar la fiebre inmediatamente, incluso cuando sólo tiene una temperatura superior a los 37,5ºC si se toma en la axila y a 38ºC si se toma por vía rectal.

  • Desnudar al niño, pasarle una esponja mojada por todo el cuerpo, ponerle una bolsa de hielo o paños mojados en la frente.
  • Administrarle un fármaco antitérmico.

Si se produce una nueva convulsión:

  • No perder la calma.
  • Administrarle de inmediato el medicamento que el pediatra debe haber prescrito, así como la manera de administrarlo.
  • Repetir la dosis si lo expulsa o la crisis no pasa al cabo de 2 o 3 minutos.
  • Llevar al niño a un centro de urgencias (de ser posible, en compañía de una tercera persona) si la crisis no pasa antes de haber transcurrido diez minutos.

Bajo ningún concepto:

  • Sacudir al niño.
  • Intentar dominarle o detener las convulsiones.
  • Intentar reanimarle si deja de respirar momentáneamente, pero si se debe procurar facilitarle la respiración.
  • Introducir algo en la boca del niño, porque se le podría herir, romper un diente o hacerle vomitar.
  • Taparle, ni siquiera mientras se la lleva al centro de urgencias, porque no se lograría otra cosa que prolongar la crisis.

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