¡Cómo le cuesta comer!
Como padres debemos aceptar, comprender y tratar nuestra propia ansiedad, sobre todo en lo que a la alimentación se refiere. Debemos estar dispuestos a revisar la creencia de lo que significa que nuestro hijo sea sano, y debemos dejar de guiarnos por información que nos llega desde el exterior. Tengamos presente que si nuestro hijo juega, duerme, ríe, tiene curiosidades y crece bien, no está enfermo. Entonces celebrémoslo y relajémonos.
Debemos ofrecerles cantidades adecuadas, es decir, que le permitan un buen crecimiento en función a su desarrollo (y no en base a lo que dicen las otras madres que le brindan a sus amigos), teniendo en cuenta que sus necesidades no suelen coincidir con lo que nosotros pensamos. El nos irá guiando.
Agregar nuevos alimentos en forma paulatina es muy bueno. Vayamos ofreciéndoles alguno de los nutrientes que comemos los mayores de la casa, de a poco, como para que vayan conociendo nuevos sabores, dejemos que toque la nueva comida, que se familiarice con ella.
Enseñémosle normas que fueron antes pautadas entre toda la familia. Que tenga en claro lo que está permitido y lo que no al momento de sentarse a comer. Las divergencias general problemas en el chico, ya que si tiene un doble mensaje el siempre buscará a que lo apoye y le dé la razón en cada momento.
Otro buen consejo que te podemos dar, y que en muchas ocasiones cuesta cumplir, es establecer horarios estrictos para la comida. Si en algún momento el niño no quiere comer, demos por terminado el almuerzo y mandémoslo a jugar sin peleas ni chantajes. No debemos premiar o castigar con aspectos relacionados con la comida.
La comida es un placer, y si nuestro hijo lo vive así, la recibirá con ilusión. Si, por el contrario, el momento de comer se transforma en peleas y amenazas jamás llagará feliz a la mesa.
Fuente | Única Mi Bebe
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