¿Cómo afrontar el síndrome de la agenda vacía en vacaciones?
La planificación de un calendario perfectamente estructurado choca con la inercia de días en los que el tiempo muestra una dimensión diferente. La agenda escolar de muchos niños presenta una larga lista de ocupaciones, responsabilidades y tareas.
A pesar de que el tiempo de juegos sea tan importante en la infancia, este espacio se convierte en un auténtico privilegio en un estilo de vida acelerado. Cuando el ritmo de vida familiar e infantil gira continuamente alrededor de la ocupación, se produce una consecuencia directa: esta inercia tiende a potenciar la desconexión con uno mismo hasta el punto de que es posible no atender las emociones y necesidades personales.
El descanso es esencial y saludable durante la infancia
A pesar de que es más habitual ocupar el tiempo con una amplia lista de actividades, también es posible caer en ese error durante el periodo de vacaciones. De hecho, cada vez se programan más propuestas para niños durante esta etapa. El exceso de ocupaciones muestra la falta de equilibrio en este punto. Las distracciones son positivas porque favorecen el desarrollo personal, el bienestar y la puesta en práctica de nuevas habilidades. Sin embargo, el descanso, la tranquilidad y la vida familiar también son importantes. Y requieren de un contexto diferente que no evoluciona al ritmo de la velocidad y la prisa.
Una agenda excesivamente ocupada pone el acento en el hacer y en los resultados. Y este hecho deposita expectativas muy exigentes sobre los niños. Expectativas que pueden potenciar el miedo a no llegar a todo o no estar a la altura. A su vez, la agenda ocupada, cuando se queda vacía, puede dejar esa sensación de vacío en la propia existencia. Y la vida, al igual que la infancia, es mucho más que aquellos datos y experiencias que quedan reflejados en la planificación de una jornada.
La improvisación, el aburrimiento y el descanso también son valiosos. Más allá de la dimensión emocional que se alinea con la esencia del síndrome de la agenda vacía en vacaciones, conviene contextualizar el alcance de la situación y sus causas a partir de las dificultades que experimentan las propias familias para conciliar. En ocasiones, las clases extraescolares también se convierten en una forma de organizar los horarios familiares.
Reconquistar otra dimensión del tiempo
La dificultad para gestionar la agenda vacía en vacaciones es el reflejo de un estilo de vida adulto que se transmite a la infancia a través del ejemplo personal. El nivel de ocupación es tan extremo que, actualmente, se suma el estímulo del contacto con la tecnología para llenar incluso los instantes más breves.
Este estilo de vida puede estar muy integrado e interiorizado en el ámbito familiar. Las circunstancias externas y la realidad personal influyen en este ámbito. Pero el verano es una nueva invitación para reaprender y conectar con otra dimensión del tiempo: aquella que no está continuamente centrada en plazos, límites y horarios establecidos. De hecho, el tiempo vacío puede crear un nuevo contexto para hacer planes y actividades para las que no hay tanto espacio durante el curso escolar.
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