Cómo actuar ante las rabietas en niños de 3 años: 6 consejos

Las rabietas forman parte del proceso de crecimiento infantil. Los niños expresan emociones que merecen ser acompañadas, acogidas y escuchadas. Sin embargo, es una circunstancia que puede llegar a desbordar a padres y madres, cuando el proceso se repite con relativa frecuencia. ¿Cómo afrontar la situación?

1. Con perspectiva: las rabietas infantiles se perciben desde otro ángulo cuando adoptas una mayor distancia

Una rabieta puede ser muy intensa, sin embargo, su duración es temporal. Pero es un momento que parece interminable en el mismo instante en el que se produce. Por ello, conviene mantener la perspectiva: es un proceso que suele ser breve. Ten paciencia.

2. Cuida el lenguaje no verbal para establecer una mayor conexión con tu hijo

La interacción con el niño no solo se alimenta con palabras amables expresadas en un tono suave y firme. El lenguaje corporal tiene un componente emocional y fortalece la conexión. El contacto visual resulta muy positivo en este contexto.

3. Firmeza ante los límites

El modo de actuar ante una situación específica depende de las variables que han propiciado la respuesta en el niño. Es habitual que su enfado o su frustración se manifieste a partir de una norma que le resulta incómoda por algún motivo. En otros casos, es el propio cansancio el que puede incrementar el riesgo de que un niño de 3 años experimente una rabieta.

Pues bien, es recomendable mantener las rutinas y los límites como norma general. También pueden producirse situaciones concretas en las que consideres más adecuado ceder de manera puntual ante un aspecto específico. Por ejemplo, en una cuestión que no tiene tanta trascendencia en la educación y la crianza.

4. Previsión y anticipación

Las rabietas parecen irrumpir en el momento más inesperado. Si pones en perspectiva algunos de los episodios que tu hijo ha experimentado, es probable que puedas identificar varios aspectos que se repiten.

La previsión te ayuda a anticiparte a esa circunstancia. En consecuencia, quizá puedas encontrar una alternativa para reducir el riesgo de que se produzca. Pero no pongas sobre ti todo el peso de la situación porque existen factores que no dependen de aquello que haces o dices.

5. Comprende su llanto y sus lágrimas

Es una expresión que tiene un fin positivo porque aporta un desahogo y alivia la intensidad emocional del momento. Existen mensajes que, aunque se dicen con buena intención, no validan las emociones y sentimientos. Por ejemplo, evita decirle que no tiene motivos para llorar o que ya es mayor para reaccionar de ese modo.

Pero tampoco te repitas a ti mismo que debes actuar de manera perfecta porque no existe una única forma de obrar que sea adecuada.

6. Habla con él cuando se tranquilice

Mantén tu cercanía con él durante todo el proceso. Y espera a que se tranquilice para hablar con más calma sobre lo ocurrido. En un momento de intensidad emocional, no es fácil escuchar indicaciones externas. Por ese motivo, tampoco es conveniente que adoptes decisiones precipitadas, a no ser que la situación requiera de una respuesta urgente por algún motivo justificado.

Las rabietas en niños de 3 o 4 años son frecuentes. Y quizá sea necesario consultar la orientación profesional de un psicólogo si los padres se sienten confusos y desorientados.

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