Cólicos (I)

Cólicos (I)

Escrito por: Leticia   @leticiadelpino    11 noviembre 2009    2 minutos

En este artículo te volveré a hablar de los cólicos, sus causas y sus efectos en nuestros hijos, un tema que nos tiene a todas muy atentas.

Los cólicos son un verdadero trastorno que molestan y hacen sufrir a nuestros bebés, además de alterar a los padres. El llanto del pequeñín es siempre motivo de alerta inmediata. Nadie puede poner en duda que incluso el padre más experimentado se pone un poco nervioso (por no decir con los pelos de puta) cada vez que su recién nacido le da por llorar de repente y sin motivos.

Pero el llanto de un bebé que está padeciendo un cólico es algo más que un sobresalto que nos inquieta. Se trata de una de las viven cosas más cansadas que sufren los padres y pueden llegar a convertirse en un verdadero fastidio.

Cuando vemos que el bebé no para de llorar. Los padres nos desesperamos. Hemos intentado de todo, pasearlo por la casa, darle el chupete, cantarle canciones de cuna, acostarlo, uparlo nuevamente….

Sufrimos tal estado de nervios que ya no sabemos si seguir compadeciéndonos del pobrecito bebé que llora sin descanso o, en el colmo de la extenuación, empezar a compadecernos de nosotros mismos, los pobres padres que tampoco tenemos descanso (ni de noche ni de día).

Y no es para menos. Es uno de los llantos más irritables que manifiestan los bebés. Junto al de la otitis es de los que más desespera a los padres. El bebé llora inconsolablemente y los pobres papás se sienten impotentes porque no saben qué hacer para calmarlos.

El llanto de los cólicos suele ser continuo. Muchas veces se manifiesta cuando el pequeño siente un movimiento intestinal, lo que llamamos normalmente ‘retortijón’. Por eso no es un llanto constante, sino que de pronto, se le pasa un poco el dolor y se queda callado. Después siente otro retortijón y llora de nuevo.

Otra característica importante es que, mientras el bebé está llorando flexiona sus piernitas, como para combatir el dolor que lo afecta. Son movimientos bruscos que demuestran que el bebé sufre una gran incomodidad por la presencia de gases en el intestino, por una acumulación de estímulos durante toda la jornada, porque simultáneamente está irritado. Se suelen dar, sobre todo, a la última hora de la tarde.

El lactante que sufre cólicos no pierde su apetito ni tiene ninguna otra manifestación, como por ejemplo, fiebre. Está completamente sano y no manifiesta alteración física.

Fuente | Ser Padres Hoy

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