Cinco beneficios de un estilo de vida saludable en los niños
Un estilo de vida saludable, adaptado a las necesidades y circunstancias de cada etapa vital, produce efectos positivos en el bienestar integral de una persona. Sin embargo, el periodo de la infancia ocupa un lugar muy importante en relación con el aprendizaje de hábitos, costumbres y rutinas positivas.
De este modo, es posible fortalecer los pilares del autocuidado físico y emocional desde temprana edad. Existen productos especializados que ofrecen asistencia y seguimiento ante la aparición de posibles síntomas: los seguros médicos para niños presentan diferentes coberturas. Pero, además de contar con el asesoramiento especializado y el criterio experto en temas de salud, existen otras muchas variables que influyen en el desarrollo infantil: la alimentación, el descanso, el ejercicio físico… ¿Qué beneficios produce un estilo de vida saludable en los niños?
1. Aporta energía y vitalidad
Un estilo de vida saludable muestra un equilibrio entre los diferentes ámbitos de la rutina infantil. Se alinea con el descanso y la actividad. Influye de un modo positivo en la evolución académica del alumno, en la rutina de estudio y en la vida familiar. Un estilo de vida saludable fortalece la concentración, el rendimiento, la motivación y la felicidad.
2. Fortalecimiento de la autoestima personal
El niño adquiere más recursos para implicarse en el desarrollo de su propio bienestar. Es decir, se familiariza con la práctica de hábitos positivos que realiza de forma proactiva. Los frutos que produce un estilo de vida saludable se prolongan hasta la etapa adulta. La satisfacción que ofrece la realización de un hábito recomendable es inherente al proceso. La base previa facilita el mantenimiento de una rutina ordenada y la asimilación de nuevos cambios en edades posteriores.
3. Relaciones personales nutritivas
La protección que aporta un estilo de vida saludable deja una huella integral en la rutina infantil. Por ello, también genera un efecto significativo en el tiempo de ocio. Los hábitos positivos cubren las necesidades básicas del ser humano. El tiempo en familia, los juegos con otros niños y la vida social ocupan un espacio relevante en una rutina feliz.
4. Prevención de enfermedades
El aprendizaje de un estilo de vida saludable pone en valor aquellas acciones que el niño puede integrar en su rutina cotidiana a través de una alimentación equilibrada, el ejercicio físico, el descanso de calidad, la higiene y la vida social. Por tanto, un estilo de vida saludable se alinea con la promoción del bienestar y con la prevención de factores de riesgo relacionados con algunas enfermedades. En consecuencia, esta base mejora la calidad de vida en la infancia.
5. Creación de una rutina estable y segura
La planificación de una rutina estable no solo tiene su base en la organización del tiempo en la vida académica o familiar. El propio estilo de vida crea los cimientos sobre los que se sustenta el contexto en el que se desarrolla cada jornada. En definitiva, aporta un marco de seguridad para tomar decisiones, establecer límites, escuchar las emociones y aprender a decir «no».
Por tanto, un estilo de vida saludable previene el estrés y el cansancio durante la infancia. Forma y educa a niños y niñas que se sitúan en el centro de su propio autocuidado y se implican en su bienestar. Además, es un factor que influye positivamente en la esperanza de vida.
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