Carnaval: ¿Por qué a algunos niños no les gusta disfrazarse?
Carnaval es una tradición muy arraigada en la sociedad. Está tan presente en el ámbito educativo, social y familiar que, en ocasiones, el acto de disfrazarse puede vivirse como un imperativo o un deber. De hecho, hay niños que no sienten la alegría y la ilusión que otros muchos, por el contrario, sí experimentan. ¿Por qué razón algunos niños y niñas prefieren no disfrazarse o no disfrutan verdaderamente en Carnaval?
1. Se sienten más cómodos en la rutina del día a día
El conocimiento de aquello que ocurre en la rutina habitual se alinea con la sensación de seguridad que aporta el escenario cotidiano. Disfrazarse marca un punto de inflexión notable en el calendario. Y, además, ese cambio es muy visible: se materializa en la imagen de un disfraz.
2. Miedo al ridículo y vergüenza
El disfraz produce un efecto en la imagen personal. Por ello, también se relaciona con la identidad. Existen distintos temores que pueden vivirse como un límite ante lo nuevo o lo desconocido. Y la experiencia de disfrazarse también puede despertar emociones desagradables en el niño. El miedo al ridículo es un ejemplo de ello. Durante la celebración de Carnaval no solo surge una nueva mirada ante el espejo, sino que los demás también proyectan una imagen diferente. En definitiva, surgen numerosos estímulos.
3. No le gusta el disfraz que han elegido para él
Tal vez el niño no disfrute especialmente con la idea de disfrazarse. Pero, en ocasiones, el descontento está más relacionado con la falta de conexión con una idea en concreta. Es decir, no se siente cómodo o identificado con el disfraz que otras personas han seleccionado para él. También puede ocurrir que el producto le cause alguna molestia en una zona específica. Así sucede cuando una prenda le queda muy ajustada y limita sus movimientos.
4. Tiene otros gustos y preferencias
Cuando un niño no quiere disfrazarse, los adultos pueden intentar entender las causas y razones de su comportamiento. A veces, la situación es temporal. Es decir, el niño experimenta su propio ritmo durante su crecimiento. Sin embargo, también puede suceder que no le guste disfrazarse a largo plazo, sencillamente, porque tiene otros gustos y preferencias de ocio con los que se entretiene más.
5. Baja autoestima
En ocasiones, el disfraz potencia algún tipo de inseguridad a nivel corporal. Por ejemplo, quizá el niño sienta que una característica de su aspecto físico adquiere un mayor nivel de visibilidad porque se siente más observado por los demás. En este caso, la incomodidad que el niño experimenta a nivel emocional ante la celebración de Carnaval hace visible otros aspectos que quizá no sean tan evidentes a simple vista.
Por ejemplo, si un niño no se siente integrado en el grupo de amigos, las condiciones del entorno no son favorables para que disfrute verdaderamente de las fiestas de Carnaval sintiéndose tan protagonista como los demás.
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