Características principales del modelo de familia sacrificante

Características principales del modelo de familia sacrificante

Escrito por: Maite Nicuesa    2 mayo 2022    3 minutos

El sacrificio se convierte en el pilar de un modelo de familia que gira en torno al sentido del deber y, por el contrario, encuentra poco espacio para el placer

Existen diferentes modelos de familia que propician la creación de lazos afectivos que están condicionados por diferentes variables. La estructura de un sistema sacrificante presenta carencias que pueden superarse con ayuda especializada y disposición para afrontar el cambio.

El significado del amor está directamente vinculado con el sacrificio habitual. De este modo, la renuncia permanente llega a eclipsar deseos y objetivos que son valiosos. Sin embargo, la persona no hace un espacio real en su vida a esas metas porque considera que esa circunstancia implica caer en una forma de egoísmo.

El sacrificio se vive como un deber permanente

Los progenitores que educan a sus hijos desde este enfoque, muestran un espejo en el que el sacrificio parece convertirse en la mayor demostración de amor. Pues bien, los adultos también tienen la expectativa de recibir. El actor de dar está acompañado por este deseo, puesto que experimentan frustración cuando consideran que sus acciones no son verdaderamente valoradas y reconocidas. En ese caso, surgen los reproches, las quejas y el resentimiento.

Deseo de reconocimiento

Es decir, el esfuerzo realizado busca un reconocimiento inmediato. Pero también persigue una gratitud a largo plazo. Sin embargo, ningún familiar tiene la capacidad de decidir la respuesta adecuada por parte de sus seres queridos. De este modo, cuando la generosidad no está respalda por el elogio personal, surge una sensación de vacío.

Familia Sacrificante

Rigidez mental, tensión y estrés

El nivel de sacrificio realizado tiene diferentes formas de manifestarse en la paternidad. En esencia, significa renunciar al espacio para uno mismo para centrar toda la atención en las necesidades de los niños. El sacrificio se vincula con la bondad y con el amor. Por ello, se sitúa en la base de los vínculos afectivos. El sacrificio está alineado con la visión del deber y la obligación. Y, en consecuencia, se distancia del apetecer. El sacrificio persigue un objetivo esencial para los progenitores: poder proporcionar al hijo todas las comodidades, incluso cuando la meta está por encima de las propias posibilidades. Esta responsabilidad autoimpuesta produce estrés, preocupación y tensión.

La visión en torno al sentido positivo del sacrificio parece no dejar espacio a otras alternativas. Y, en ocasiones, la familia puede llegar a estancarse en una situación por no adoptar otras formas de respuesta. Es un modelo que no crea las condiciones ideales para la experiencia de la verdadera felicidad. Los sacrificios personales que se deciden de forma consciente no son negativos. De hecho, pueden ser muy necesarios en distintos momentos de la vida. Pero es un valor que se convierte en un pilar permanente de un modelo de familia que no ofrece un verdadero bien común a padres e hijos. El exceso de sobreprotección y dedicación de los adultos traslada el peso de la culpa a los niños. Cuando el adulto ha dado tanto, y ha pensado tan poco en sus propias necesidades, genera un desequilibrio en el vínculo.

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