Bullying: cuando el nombre del niño se convierte en motivo de burlas
Sin duda, entre las múltiples decisiones que se vinculan con la formación de una familia, el nombre del bebé representa un instante de máxima ilusión para padres y madres. Un nombre que, desde el punto de vista de quien selecciona una propuesta concreta, simboliza la ilusión de una nueva vida. Hay que recordar, además, que el nombre adquiere un significado muy importante para cada ser humano puesto que se relaciona con su identidad y su historia vital.
Cuando el nombre de una persona se convierte en una forma de humillación
Entre las diferentes formas de acoso que puede sufrir un niño o un adolescente a lo largo de su etapa académica se encuentran aquellas burlas, comentarios despectivos y humillaciones que giran alrededor del nombre. Por ello, en ocasiones, cuando los padres están inmersos en el proceso de búsqueda de un nombre especial, tienden a descartar aquellas opciones que puedan dar lugar a rimas graciosas, apodos o comentarios hirientes a nivel potencial. Para ello, también es recomendable poner en conexión el nombre elegido con los apellidos que lo acompañan.
Aunque es positivo actuar desde la prevención por medio de la elección de un nombre bonito, ningún nombre es objeto de burla por sí mismo, sino que el daño es ocasionado por aquellos que se fijan en este aspecto para ejercer una influencia negativa sobre la víctima. Sin embargo, el nombre está tan vinculado con la individualidad, la identidad y la esencia única de cada persona que el acoso que pone el acento en este dato impacta de forma profunda en la víctima.
Cualquier nombre puede convertirse en objeto potencial de burla
El acoso en torno al nombre no está originado por el nombre en sí mismo sino por la intención negativa de aquellos que entran en la dinámica de ridiculizar a la víctima a través de este aspecto o cualquier otro rasgo físico. Desde esta perspectiva, cualquier nombre puede convertirse en objeto potencial de burla.
Existen diferentes tipos de acoso que niños y adolescentes pueden experimentar por parte de sus compañeros de clase. Pues bien, las variaciones y modificaciones que se añaden a un nombre pueden convertirse en objeto de humillación, ridiculización y burla. El acoso es una forma de cosificación puesto que el agresor se dirige a la víctima como si fuese un objeto (no tiene en cuenta sus emociones y sentimientos más profundos).
Y la cosificación también queda de manifiesto en aquellas formas de acoso que giran alrededor de un nombre que, en sí mismo, describe a alguien único, especial, diferente, irrepetible y original. Sin embargo, cuando ese nombre se utiliza de manera despectiva, parece despojar de toda humanidad a la víctima (cuando es digna de respeto, cuidado, amabilidad, cercanía y cariño).
Es un aspecto que puede ayudarte a reflexionar si vas a tener un hijo y buscas el nombre ideal para él. Pero, en última instancia, también conviene recordar que no depende de uno mismo que la elección final evite completamente cualquier riesgo de acoso a largo plazo.
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