Biopsia corial o de vellosidades coriónicas en el embarazo
A lo largo de los nueve meses de gestación, son muchas las pruebas que se irán realizando con el fin de asegurarnos que la salud de la madre, y la del bebé, están perfectamente. Medir la glucosa, analíticas de sangre para determinar los distintos niveles hormonales, llevar controlada la tensión arterial y las distintas ecografías, son algunas de esas pruebas, no invasivas para ninguno de los dos, que irán ofreciendo información sobre el trascurso del embarazo y desarrollo del bebé.
Cuando el médico sospecha que pueden existir algunos riesgos añadidos o si hay precedentes familiares de algunas enfermedades genéticas, pedirá que se realicen unas pruebas extraordinarias que determinarán, en gran medida, si el bebé las trae consigo. Así es como nos encontramos con la amniocentesis o la biopsia corial o de vellosidades coriónicas. Dos pruebas específicas que, aunque parecidas, usan técnicas distintas.
Diferencia entre la amniocentesis y la biopsia corial
Ambas pruebas coinciden en un mismo resultado: analizar los cromosomas, en número y forma, que presenta el bebé. La que se suele detectar, de forma más habitual, es la conocida como trisomía 21, la que pertenece a los niños con Síndrome de Down. Pero, además, también se puede indagar en otras enfermedades genéticas como la talasemia, la hemofilia o la fibrosis quística. Lo que no pueden determinar es si existen defectos congénitos, para ello se necesitarían pruebas más peligrosas y con mayor riesgo.
Las principales diferencias entre ambas pruebas son varias. La principal es el tipo de extracción que se realiza. En la amniocentésis se toma una muestra de líquido amniótico, mientras que en la biopsia corial se toma una muestra de las vellosidades coriónicas, que llevan la información genética del bebé en el óvulo fecundado. El tiempo en el que se realiza también es distinto: la amniocentesis se realiza entre la semana 16 y 18 del embarazo; y la biopsia, más temprano, entre la 10 y 13 semana. En cualquier caso, y dependiendo de los antecedentes, será el ginecólogo el que determine cuál de ellas es la más adecuada.
Biopsia corial para detectar anomalías cromosómicas
Una de las membranas que separa el útero materno del bebé es la que contiene unas vellosidades mínimas, en forma de dedo, conocidas como coriónicas. Ellas llevan gran parte de la información genética de nuestro bebé. En el caso de que existiera alguna duda, nuestro ginecólogo pedirá que se realice entre la semana 10 y 13 del embarazo.
Los motivos por los que el ginecólogo puede pedirte esta prueba, además de si existieran antecedentes familiares con Síndrome de Down o hemofilia, son tan variados como si en una ecografía se ha detectado alguna anomalía, si se necesita confirmar la paternidad o si la madre tiene más de 35 años.
La biopsia corial puede detectar el síndrome de down, la hemofilia o la fibrosis quística
En ningún caso la prueba es dolorosa, aunque puede resultar un poco molesta. Se puede realizar de dos modos totalmente distintos: Transcervical (a través de la vagina) o Transabdominal (a través de una aguja que traspasa el abdomen). Esta última suele ser la más habitual y se utiliza un anestésico para adormecer el abdomen.
El riesgo suele ser el mismo que en cualquier prueba médica que se realice durante este periodo, el más peligroso es el del aborto espontáneo, pero sólo ocurre en un 1 por ciento de las ocasiones. Otros problemas asociados pueden ser una infección, rotura de la membrana o escape de líquido amniótico.
Vía | Salud 1
Fotos | Pixabay – Medical prudens
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