Bienes relacionales: qué son y por qué alimentan la felicidad

Hay diferentes tipos de bienes y no todos ellos tienen una dimensión material. Existen tesoros existenciales que parten de la esencia social del ser humano. Es decir, son ingredientes que trascienden más allá del campo de lo visible y se experimentan de forma vivencial. Aquellos planes de grupo que unen a los amigos son un claro ejemplo.

Los cumpleaños de la infancia, los juegos en el parque o el compañerismo en el aula son otras expresiones de bienes relacionales.

Bienes que se disfrutan en compañía de los demás

Hacen referencia a experiencias que se crean en compañía de los demás. Es decir, existe un marco común que favorece la interacción, el diálogo y la reciprocidad. Son ingredientes que influyen de una forma significativa en el nivel de felicidad. Ten en cuenta que los bienes relacionales alimentan la autoestima, potencian el sentido del humor, aportan reconocimiento y elevan el sentimiento de pertenencia. Son bienes que nacen en el ámbito social. Y la familia, como marco de referencia individual, también es una fuente de valores. Aporta seguridad, amor, protección y confianza.

En ocasiones, el éxito parece convertirse en una referencia que marca la dirección de la educación. Sin embargo, existen diferentes tipos de éxito. Los valores relacionales que ponen de manifiesto la creación de vínculos de calidad son ejemplo de ello. No todos los lazos afectivos tienen el mismo nivel de intensidad o de importancia. Algunas historias de amistad verdadera dejan una huella profunda en la memoria (incluso si el contacto se pierde en algún momento de la etapa adulta).

Los bienes relacionales se distancian de cualquier forma de instrumentalización o de cosificación del ser humano. Cada persona es única en esencia, por ello, la verdadera felicidad compartida en compañía es aquella que se manifiesta a través del bien común. Los bienes relacionales pueden enmarcarse en diferentes contextos durante la infancia. Por ejemplo, en los viajes al pueblo durante el verano, en la biblioteca escolar, en las actividades extraescolares, en los cumpleaños infantiles, en el barrio o en el colegio.

Experiencias que favorecen el bien común

Los bienes materiales también son importantes porque cubren necesidades básicas. Sin embargo, aquellos que tienen una dimensión relacional elevan el nivel de desarrollo personal. En definitiva, adquieren la forma de experiencias que propician la colaboración, el diálogo, el respeto y la ayuda desinteresada. Eso no significa que todos los planes deben compartirse en compañía, puesto que los momentos de soledad forman parte de la propia realidad individual.

Sin embargo, ambos planos de la vida social se enriquecen y se complementan. La ausencia de lazos verdaderamente significativos puede producir carencias emocionales, tristeza o sensación de vacío. A nivel teórico, cualquier adulto sabe que la mejor educación es aquella que se basa en el ejemplo personal (aunque la parte práctica de la existencia siempre esté acompañada por sus contradicciones). Podemos trasladar esta premisa al tema que nos ocupa en el post. Cuando cultivas tus bienes relacionales transmites una lección valiosa: las personas son importantes más allá de cualquier forma de individualismo.

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