Bautizar al bebé: Tradiciones y costumbres
Bautizar al bebé es un acto muy importante para los católicos, por eso es normal que quieran tenerlo todo bien preparado, con el esmero y la dedicación que merece.
Si bien durante los últimos tiempos muchas cosas han cambiado dentro del mundo de la Iglesia, todavía se siguen conservando ciertas tradiciones o costumbres que resultan ser de lo más llamativas. ¿Quieres conocerlas?
En cuanto a la elección de los padrinos existe un protocolo que ha quedado un tanto obsoleto en los tiempos actuales. Según la tradición para el primer hijo el padrino debe ser el abuelo paterno y la madrina la abuela materna; para el segundo, el abuelo materno y la abuela paterna; para el tercero, el hermano del padre y la hermana de la madre. Y así sucesivamente.
Vestir al bebé de blanco no es una casualidad. Según la Iglesia es un símbolo de pureza de su alma, al mismo tiempo que se le consagra a la Virgen. De todos modos, el sacerdote, durante la ceremonia, le pone una capita blanca que significa «revestirse de Cristo».
La vela bautismal es encendida por el padrino y toma la llama desde el cirio Pascual que estará encendido en la Iglesia. Su significado es que, a partir de ese momento, el bebé está llamado a ser «la luz del mundo».
El agua es el gran símbolo del Bautismo. Con ella se purifica al niño y se le limpia del Pecado Original. Además el agua siempre es vivificante para el espíritu. En ocasiones muy especiales, sobre todo cuando se trata de bautismos de alto rango o nivel social, el agua es traída del río Jordán, aquel en el que, según la Biblia, bautizaron a Jesús.
Lanzar monedas o peladillas. Una vez finalizado la ceremonia y a la salida de la iglesia, se lanzan monedas o peladillas por parte de los padrinos. Con las monedas, los padrinos quieren dar un buen augurio de riqueza a sus ahijados. Algo parecido pasa con las peladillas, una tradición que se remonta a la España más lejana en la historia, donde los niños acudían a la puerta del templo, llamados por las campanas, para recoger esa pequeña invitación de frutos secos. En el siglo XIX se convirtieron en almendras cubiertas de azúcar, lo que conocemos como peladillas.
Vía | Luna de Papel
Foto | Cadena 3
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